Mientras, Miguel Blesa sigue apelando a Rajoy y a Gallardón para quedarse otros seis años, hasta el 2015, al frente de la entidad financiera
Y reta a la presidenta: considera que no puede echarle aunque quiera. Manuel Pizarro, cada vez más descontento con la marginación a la que le ha sometido Mariano Rajoy. Pizarro fue presidente de Ibercaja y deNo es la primera vez que Esperanza Aguirre piensa en Manuel Pizarro (antes pensó en Rodrigo Rato) como presidente de Caja Madrid. Pero es ahora cuando el ex presidente de Endesa, de Ibercaja y de
Recuerden: Rajoy le ficha como gran estrella, pero, siguiendo su política Kleenex, de usar y tirar, le deja tirado. Y eso que para entrar en política Pizarro había abandonado el Consejo de Telefónica (acudió a una sola sesión) donde se le presumía como sucesor de Alierta. En definitiva, el cabreo del turolense con el gallego es grande, muy grande, y ahora sí está dispuesto a hacer valer los cantos de sirena que le llegan desde la puerta del Sol.
Por otra parte, Miguel Blesa, una vez más, ha cometido el error de vender la piel del oso antes de cazarlo. Desde el Congreso del PP celebrado en Valencia, Blesa se ha aproximado a Mariano Rajoy y a Ruiz-Gallardón, pues considera que Aguirre es un cadáver político, y que la figura emergente es el alcalde de Madrid, por lo que se disponía a renovar en 2009 por otro sexenio, hasta el 2015 y, a partir de ahí, retirarse. Para ello, Blesa se propone mejorar las condiciones laborales de los sindicatos y, sobre todo, la de sus directivos.
Pero Aguirre cuenta con un buen candidato y no es conveniente retarla, con toda la experiencia en cajas, y un personaje, además, bien relacionado con Aznar, que le considera más que a su viejo amigo Blesa.
Una vez finalizado el Congreso madrileño del PP, Aguirre hará una demostración de fuerza, con la privatización parcial del Canal de Isabel II, a lo que se opone Gallardón, y, naturalmente con Caja Madrid.
Las espadas vuelven a estar en alto.