Una profunda psicóloga -reiteración, sin duda- de un club de fútbol andaluz nos explica lo mal que hacen los padres cuando van a ver a sus hijos pequeños en los entrenamientos. Pretenden que todos ellos sean "Cristiano Ronaldo" y ahí, justamente ahí, abdica el germen de la violencia futura. Todo esto dicho días después de que unos salvajes del Atlético de Madrid, no precisamente niños, asesinaran a un seguidor del Deportivo de La Coruña.

Como ejemplo, nos informan de que en los infantiles del Sevilla no se permite la entrada de los padres al entrenamiento. Pues muy mal, señores.

Primero, porque son menores y los responsables de un menor son los padres, no el entrenador del equipo.

Segundo, porque entre los entrenadores deportivos infantiles se han dado muchos casos de pederastia -el elenco de sentencias judiciales es importante- o simples humillaciones a los pequeños y la presencia de los padres es una garantía contra esas prácticas.

Los padres no lo hacemos todo mal. Entre otras cosas porque queremos a nuestros hijos: los profesionales solo les entrenan.

Hispanidad

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