El canciller alemán Gherard Schröder reafirmó el miércoles 26 su interés por intensificar su relación económica y cultural con México. El mandatario hizo estas declaraciones en el marco de las conversaciones previas a la III Cumbre Unión Europea-América Latina, en Guadalajara (México), que reunirá a 58 Jefes de Estado y de Gobierno. Schröder bendijo las reformas que trata de llevar a cabo el Ejecutivo Fox, unas reformas que calificó de dolorosas y cuyos efectos beneficiosos sólo se observan en el largo plazo.

 

Schröder señaló que las relaciones entre la UE e Hispanoamérica serán de gran provecho para ambos, aunque cerró el nivel de interlocución en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo. En una línea parecida se mostró el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que incidió en la colaboración antiterrorista y de seguridad con su homólogo Vicente Fox. Ahora sólo queda que las buenas palabras se transformen en extradiciones.

 

Da la impresión de que nadie quiere abrir el melón de las negociaciones arancelarias en esta III Cumbre. El Comisario Europeo de Comercio Interior, Pascual Lamy, ya advierte que no habrá un acuerdo comercial UE-Latinoamérica: "Da la impresión de que la apertura del MERCOSUR no es tan ambiciosa como se esperaba". O sea, que de buscar mercado en Europa, nada de nada. Hispanoamérica deberá de conformarse entonces con el Nafta norteamericano. Aunque ellos también están molestos con las cuotas de importación propuesta por la UE. Todo ello genera muchos recelos por parte de los antiglobalización sudamericanos, desde Kirchner hasta Lula pasando por el mismo Vicente Fox. Y España, ¿qué dice de esto? ZP calla. Prefiere dirigir su discurso hacia el poético cambio de mirada: "Se han acabado los tiempos de mirar sólo a América del Norte".

 

Un discurso muy político y probablemente necesario, que, sin embargo, esconde la necesaria implicación de España como embajador privilegiado de Hispanoamérica en Europa en lo más prioritario para su desarrollo económico social: la búsqueda de mercados con capacidad adquisitiva para sus producciones primarias. Pero ZP parece estar más preocupado de la política que de la economía.