Confiado en prorrogar la misma propaganda efectista -y hueca- que ya logró rentabilizar el cartel electoral de Zapatero, el PSOE trató de cerrar la profunda cicatriz del 22-M con la inmediata presentación de su "candidato natural", Alfredo P. Rubalcaba.
La opinión pública, sin embargo, no parece dispuesta a confiar en una operación cosmética por la que, de la noche a la mañana, Rubalcaba se transforma en "Alfredo".
Conocido de sobra por los votantes, actor principal del desastre provocado por el Gobierno, el hasta ahora vicepresidente no parece dar el tipo para engatusar a los españoles con un renacimiento inverosímil.
Alfredo, como quiere que le llamen en el partido, es Rubalcaba.
José Morales Martín