El consejero delegado del Santander cree que la operación Aguas de Fuensanta fue normal. En ella Banesto perdonó a los hermanos Rato una deuda de 3,5 millones de euros y vendió acciones en quiebra técnica por 750.000 euros. José Ángel Merodio tampoco sabe nada, mientras David Arce puso todo su empeño en proteger a don Emilio. Eso sí, la comisión se la llevó Manuel Leal, quien utilizó el dinero para hacer negocios con la Caja Laboral, del grupo Mondragón

En la mañana del jueves le tocó al consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, declarar en el Juzgado de Instrucción 47 de Madrid por el doble caso de Aguas de Fuensanta y Castellana 7. Si días atrás los hermanos Emilio y Jaime Botín se contradijeron en sus intervenciones, ahora ha sido el consejero delegado, Alfredo Sáenz, quien se ha contradicho con su presidente, Emilio Botín.

Veamos, dos son las operaciones relacionadas con el antiguo Banesto que se ven en este Juzgado. Por una parte, la venta de la antigua sede social del Español de Crédito, por algo más de 50 millones de euros. Porque lo curioso de esa venta es que, miren ustedes por dónde, aparece una sociedad fantasma, radicada en Madeira -a la sazón paraíso fiscal-, de nombre Persival que, sin dedicarse a estos menesteres ni hacer nada en la operación, se lleva 600.000 mil euros. Se los lleva su propietario, Manuel Leal Lagares, quien luego se dedicó, pura casualidad, a realizar negocios inmobiliarios en el País Vasco con el vicepresidente de Caja Laboral, la entidad financiera del grupo Mondragón, que, casualmente  nunca recibe ataques de proetarras, que avaló la fianza de Arnaldo Otegui y algunos de cuyos directivos han sido denunciados por los jueces por sus actividades en favor de la banda terrorista.

Pues bien, Alfredo Sáenz siempre ha defendido, y en la mañana del jueves lo ha vuelto a hacer, en sede judicial, que el pago a Persival le vino impuesto desde el Santander, justo lo contrario de lo que declarara, un par de semanas atrás Emilio Botín.

Eso por una parte. Por otra, y ésta es la que compromete a la familia Rato, el Banesto, ya propiedad del Santander, libró a la familia del entonces vicepresidente económico del Gobierno de uno de sus mayores fiascos empresariales. Tanto Ramón como María Ángeles Rato, como Rodrigo poseían el 45% de Aguas de Fuensanta, que estaba en quiebra técnica y con una deuda inasumible con Banesto. Pues bien, el favor de Sáenz a los Rato fue doble: por una parte, compró el 45% del capital de una empresa en quiebra por 700 millones de las antiguas pesetas, es decir, 4,22 millones de euros. Con ello, los Rato pudieron pagar su deuda de 575 millones y, de paso, quedarse con el resto, unos 125 millones de pesetas o 750.000 euros.

Pues bien, para el entonces presidente de Banesto y hoy primer ejecutivo del Santander, esto es una operación bancaria normal.

Y también lo es para quien fuera director general de Banesto, José Ángel Merodio. Por su parte, David Arce, en su día enviado desde el Santander a Banesto para analizar cuentas, tampoco sabe nada -¡Menudo auditor!- aunque, eso sí, dejó bien claro que don Emilio Botín es inocente.