Acabo de leer un artículo del anterior Presidente del Gobierno defendiendo su Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo (O Ley Aído, por su ministra promotora).
Por supuesto trata de defender lo indefendible, pero analicemos por partes sus razonamientos, que son los que se esgrimen para que la reforma de dicha ley propuesta por Gallardón y el PP no se lleve a cabo:
En primer lugar, afirma Zapatero, es una ley progresista que nos iguala a las democracias más avanzadas del mundo. Dejémonos de historias, el aborto es un fracaso, es un fracaso de todos nosotros como sociedad, luego no somos ni muy progresistas ni muy avanzados que digamos, somos unos fracasados.
Fracasa la sociedad porque, pese al despliegue de métodos anticonceptivos que existen, cada año se producen en España más de cien mil embarazos no deseados. Fracasa la sociedad porque es incapaz de enseñar a sus ciudadanos y ciudadanas los riesgos de una sexualidad desbocada e irresponsable.
Fracasa esta sociedad, porque es incapaz de proteger como se merece a la futura madre y al futuro o posible hijo. Ahora hago un inciso, he oído testimonios de madres que tuvieron a sus hijos, pese a que todo el mundo les recomendaba el aborto, y hoy están muy orgullosas de ello, porque una pequeña asociación "AIN KAREM" les apoyó cuando más necesitadas estaban.
Fracasa esta sociedad que, teniendo uno de los índices de natalidad más bajos del mundo, con problemas inmediatos que se derivan de ellos, con miles de familias que desean adoptar un hijo y que no pueden, es incapaz de articular la forma para que los hijos no deseados sean adoptados.
En segundo lugar, dice que la anterior Ley de Despenalización del aborto, era una ley de supuestos que creaban inseguridad jurídica, mientras que la nueva ley de plazos ya no los creaba, y es más progresista y avanzada y bla, bla, bla.
La anterior Ley despenalizaba el aborto, en algunos casos; es decir el aborto era un delito, pero en el caso de tres supuestos no se castigaba ni a la madre ni al ¿médico O ¿enfermera que la ayudaba a abortar.
Estos supuestos eran: violación, riesgo para la salud física de la madre o riesgo para la salud síquica de la madre. En la práctica, el primer supuesto se daba en muy pocos casos, el segundo servía para que se masacraran a todos los niños con síndrome de Down, por ejemplo; y el tercero era el autentico coladero, un 95 % de los abortos se practicaban bajo este supuesto: bastaba un informe de un ¿sicologo que estaba en la misma clínica abortiva, para que se abortaran fetos que podrían haber sido viables, es decir con seis siete e incluso ocho meses de gestación.
El escándalo que levantó una televisión danesa en las clínicas del siniestro doctor Morín, con trituradoras de fetos y evacuación al sistema de alcantarillado, incluidos; provocó esa inseguridad jurídica que dice Zapatero, la del doctor Morín, que con posterioridad fue absuelto por la justicia de sus crímenes. Luego no era tanta.
La ley de plazos, o Ley Aído, en primer lugar consagra el aborto como ¡un derecho de la mujer! ¡Tate! La cosa es gorda, porque hasta ahora la inmensa mayoría de los abortos se practicaban en abortorios privados -el negocio es pingüe, ciento diez mil abortos a unos tres mil euros, calculen- pero si es un derecho, ningún médico de la sanidad pública se podrá negar a practicarlo, salvo que se juegue su carrera e incluso la cárcel.
Después esta Ley Aído considera que en las primeras catorce semanas de su vida, el feto o embrión no vale nada, no es un ser humano, y la madre puede abortar sin más, como quién se quita un quiste sebáceo. De las catorce a las veintidós la cosa se puede complicar un poquito, no mucho, no se crean, hace falta algún que otro informillo, que galantemente, por un módico precio te facilitan en la clínica correspondiente; y de las veintidós en adelante, volvemos a los supuestos de antes: violación, riesgos para la salud física o síquica de la madre.
La nueva reforma de la Ley, propuesta por Gallardón y el PP, pretende, lo primero desconsagrar el supuesto derecho a abortar, después vuelve a los supuestos y los endurece un poquito, no mucho, no crean tampoco: dos informes psicológicos en vez de uno; un poquito de información a la futura madre para que se lo piense un poco más, ampliar el "período de reflexión". Desde luego nada que suponga un riesgo para el negociete de Morín y compañía (lo veremos al tiempo), porque hecha la ley hecha la trampa...
Encima el señor Zapatero esgrime como argumento que con la aplicación de la nueva ley ha bajado el número de abortos en el último año. Lo más seguro es, y esto es una opinión mía, que debido al alto coste de un aborto, muchas mujeres con poco dinero recurran a abortistas "amateur", que cobran en negro y no inflan las estadísticas oficiales. O sea, que al final mucha ley y mucha filfa y volvemos al aborto clandestino...
Por último, el señor Zapatero, incluye su pequeña punzada contra la religión: "los que se oponen son las personas religiosas, ya se sabe, reaccionarias, trasnochadas, que queremos imponer nuestros criterios a una sociedad abierta, democrática y plural. Que cada uno es libre para tomar sus decisiones como quiera, etc, etc, etc..
El señor Zapatero no impuso nada, cuando las leyes las promulga él, son democráticas consensuadas y todas las bendiciones; cuando son del PP, son imposiciones, curiosa forma de entender la democracia. Después, en todos mis argumentos en contra del aborto, no he esgrimido ninguno que sea religioso, podría haberlo hecho pero no lo hago a propósito. La defensa de la vida como un derecho fundamental no depende de la religión de cada uno, depende de nuestra naturaleza como personas, de nada más. Y por último eso de que cada uno es libre para tomar sus decisiones... De acuerdo, pero que no perjudiquen a los demás. En este caso si la madre decide abortar, el futuro hijo queda indefenso, muere y ya está. ¿Que es muy pequeño También es pequeño un recién nacido, y si su madre lo mata, la Ley la persigue y la castiga. ¿Qué es cuestión de tamaño
Todos fuimos antes de ser personas, zigotos, embriones y fetos. Si nuestra madre nos hubiera abortado, como si nos asesina un fanático terrorista ahora, nuestra vida se acaba, antes o después, solo es cuestión de tamaño y de tiempo.
Encima la Ley Aído, deja al padre del abortado al nivel cero en cuanto a la decisión final, todo lo decide la madre; pero si -¡bendito sea Dios!- la madre decide al final tenerlo, se le puede exigir al padre que contribuya a mantener al niño. Curiosa ley....
Alejandro Pérez Benedicto