Alicia Latorre (en la imagen), presidenta de la Asociación de Asociaciones Provida de España ha sido objeto de una entrevista falsa con el objetivo de hacerla pasar por idiota y por fanática.

Es una técnica que suelen ejercer los fanáticos y los idiotas. Si yo fuera Alicia no me preocuparía en demandar a nadie. Hay dos tipos de personas: las buenas y las malas. Las buenas son las que no ponen demandas al prójimo. Pero en este caso, la calumnia ha corrido de tal forma por la Red, con todo tipo de insultos, vejaciones y truculencias que, en efecto, merecen un castigo, aunque sea penal.

En cualquier caso, ha hecho bien en mandar un desmentido, porque en la WWW todo corre, pero creo que es mejor aprovechar para marcar criterio. La batalla cultural sí que hay que darla. Primero, veamos la manipulación. En este caso, procede, al parecer de Hieronymus, que es un poco cobarde porque firma los insultos con un seudónimo, pero la página que le acoge no puede ocultarla para poder obtener ingresos, cuestión ésta con la que el graciosillo no admite ironías. La página se llama Burbuja.Info y luego vienen las réplicas del patio de comadres de las redes sociales. ¡Ojo! Y tampoco es éste el origen. El origen primero de la suplantación de personalidad contra Alicia Latorre se llama Ciencia seminal.

La gracieta consiste en inventarse una entrevista con Alicia Latorre y hacer decirle majaderías. Pero por las propias majaderías se vislumbra la profundidad mental del graciosillo. Por ejemplo, pone en boca de Latorre que la masturbación es un crimen porque es vida humana porque el semen es vida. Claro que sí, ya las células sudorosas del graciosillo también son vida, y vida humana.

Distinguir entre vida humana y persona es una noción sin duda metafísica pero de cuarto de la ESO. Al menos yo, que nunca he impartido clases en la ESO pero sí en la universidad, y resulta que sólo he escuchado tamaña sandez a una alumna de Primero de Audiovisual. Supuse que padecía algún retardo académico pero me armé de paciencia -virtud que poseo en muy pequeñas dosis- y le expliqué que lo que importa no es la vida, sino el ente, el ser; si hablamos de nuestra raza, la persona.

Y la persona no sale del falo, como seguramente piensa nuestro escribidor, sino de la unión del esperma y el óvulo. Tranquilos, burbujillas, luego os explico el procedimiento unitivo que es muy probable que sí lo entendáis.

Sin embargo, cuando se funden la vida masculina y la vida femenina -conceptos que no significan absolutamente nada- aparece  un embrión, es decir, un ser individuo con un código genético distinto del padre y de la madre. Vamos, una persona que, de no verse alterada por agentes externos, llega a ser tan adulto -¡qué digo, mucho más adulto!- que el autor de este artículo tan profundo.

A lo mejor se trata de mi alumna de primero de audiovisual. O a lo peor está en Primero de la ESO. Pero no: debe tratarse de un tipo, o tipa, tan curtido como iletrado, porque sólo en las feministas más torpes -qué se yo, el lobby feminista del PSOE- o a los más tibios -qué se yo, lo chicos y chicas de Mariano Rajoy- percibo ese brillante análisis abortista que se opone a la protección del no nacido por la simplona razón de que es muy pequeñito como para ser considerado. Como cuando Bibiana Aído -otra intelectual, quien seguramente escribe en la Burbujilla con seudónimo-, secundada por Leire Pajín -otra mente brillante- aseguraba que hasta el día 14 había vida pero no persona. ¿Y por qué el día 14 Pregunten en la Burbuja. Seguramente se inventarán otra entrevista con Albert Einstein.

Eulogio López

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