La tabaquera hispano francesa Altadis ha comprado la rusa Balkan Star, apenas días después de haber adquirido la principal firma de distribución italiana, Etinera (su segundo negocio, a través de Logista).
Digamos que la empresa co-presidida por Pablo Isla, producto de la primera fusión trasnacional, la habida entre las tabaqueras públicas de España y Francia, es una gran noticia. Hablamos de una empresa ágil, rentable, ambiciosa, diversificada (aunque sea en dos frentes). Hablamos de una empresa que es líder mundial en cigarros (popularmente conocidos como puros) y de una empresa europea modelo en una gestión tan difícil como la administración paritaria e internacional.
Ahora bien, todas esas maravillas son las que le convierten en una compañía extraordinariamente vulnerable. Altadis es hoy una gran empresa muy opable. Es el arquetipo de empresa, cuya estructura accionarial es la propia del capitalismo anglosajón: no hay núcleo de referencia, el capital está muy repartido y los verdaderos propietarios son los fondos de inversión y de pensiones… anglosajones.
Cuando se le pregunta a Pablo Isla, o a su presidente, Dominique Collomi, por esta debilidad siempre responden que en un mercado abierto la única defensa es la capitalización. Pero ahí está lo malo, que los mercados financieros no recogen ese crecimiento. Es más, lo que recogen es algo bien distinto: A los analistas no les gustan las tabaqueras, dada la histeria social contra el tabaco vigente en Occidente (por eso, Altadis compra una compañía rusa porque allí fuma todo el mundo, no son tan histéricos).
Ya en su momento, una alianza formada por Juan Abelló, Carlos Tejera y Bristish American Tobacco estudió una OPA hostil contra Altadis. Aquello no contó con el apoyo del Gobierno del Partido Popular, pero ahora los deseos de venganza de Pedro Solbes, José Montilla o Jesús Caldera contra la clase empresarial procedente del Partido Popular podría cambiar las cosas.
En definitiva, Altadis es una buena empresa, pero muy opable.