Probablemente ningún presidente ha sufrido tanto como el colombiano Álvaro Uribe, dirigiendo el país más violento de todo el mundo hispano hablamos de violencia política- donde la guerrilla marxista controla más de un tercio del territorio.
Uribe se ha enfrentado tanto a los paramilitares de extrema derecha como la guerrilla, mucho más peligrosa porque no acepta ningún tipo de paz, de extrema izquierda, con las FARC a la cabeza. Además, la alianza entre las FARC y el narcotráfico colombiano es algo que ya nadie niega. Por si fuera poco, el vecino Hugo Chávez, cada vez más cerca de la dictadura, se encarga de presionar al presidente colombiano, un verdadero as de la democracia parlamentaria.
A pesar de todos esos enemigos, Uribe, al que la prensa progresista internacional ha retirado su apoyo -en España, El País ha pasado de ensalzarlo a tratarlo con el mayor distanciamiento del mundo, aunque otra cosa es Radio Caracol-, habría conseguido, junto a sus aliados, una abrumadora mayoría en las legislativas celebradas el domingo, cuando ya se había escrutado más del 80% de los votos.