En estos momentos la muchacha, de 25 años, trabaja en una tienda de Bershka en Londres. Su padre tiene 72 años y cada vez manda más en la compañía, en detrimento del consejero-delegado, Pablo Isla, que cuenta con 44. Ruido de mercado contra Inditex, más que nada porque a los analistas no le gustan las empresas familiares. Ortega ha pensado seriamente en sacar las empresas de Bolsa. Las ventas, en 2007, aumentaron un modesto 5%

Interesante artículo en Carta de la Bolsa, sobre la evolución de Inditex a la vista de los analistas. Los susodichos analistas son expertos en explicarnos por qué han sucedido las cosas, especialmente las desgracias, pero nunca predicen las susodichas desgracias. Lo cierto es que Inditex no parece su empresa favorita, a pesar de que los resultados del ejercicio 2007 son bastante buenos, con un beneficio de 1.250 millones de euros, un 26% más que en el ejercicio precedente. Puede que a los analistas no les guste Inditex-Zara porque aunque las ventas aumentaron un 17%, el aumento en "superficie comparable" se quedó en el 5%. En una situación de crisis de consumo, tampoco es para rasgarse las vestiduras. En cualquier caso, Zara ha creado en 2007 10.000 puestos de trabajo hasta completar, a enero de 2008 (que es cuando termina ejercicio fiscal), una plantilla de 80.000 empleados, con presencia en 38 países donde tiene abiertos 3.700 establecimientos. Y no se crean que su prioridad es España, Europa, América. Lo que más les preocupa ahora mismo es crecer en Asia, especialmente en Japón, China y Corea. La verdad es que el mercado mantiene otro tipo de reparos a la empresa textil más importante de España: son los reparos propios de los intermediarios bursátiles hacia las empresas familiares. De hecho, no es ningún secreto la tentación permanente del empresario nacido en León y afincado en La Coruña de sacar su empresa de Bolsa, donde empezó a cotizar hace siete años. A fin de cuentas, la Bolsa sólo proporciona liquidez y si hay algo que le sobra a Inditex es liquidez.

Ortega es un hombre muy especial. Comenzó de la nada y, durante años, formó el tándem perfecto con José María Castellano: Ortega se dedicaba a diseñar y vender y Castellano llevaba la gestión financiera, recursos humanos y la internacionalización de la compañía. La bronca irreparable entre ambos hizo que Castellano fuera sustituido por el exitoso presidente de Altadis, Pablo Isla. El único problema es que Ortega tiene 72 años frente a los 44 de Isla, lo que quiere decir algo muy simple: Ortega cada día manda más y entra en cuestiones que antes delegaba de forma total en Castellano. Al final, Isla se ha dedicado, preferentemente, a la reducción de costes y a dirigir, eso sí, el imparable proceso de expansión internacional, algo de lo que Ortega sería incapaz, pero quien manda es don Amancio.

Y así llegamos al eterno problema de las empresas familiares: la sucesión. La presión de los intermediaros es tremenda en este punto puesto que no les gustan las empresas familiares. Según ellos, lo que debería hacer don Amancio es venderles su compañía a otra empresa, mucho más impersonal, aunque sea menos rentable. Sin embargo, Amancio Ortega quiere que le suceda la única hija de su segundo matrimonio, Marta Ortega. Por el momento, Marta es dependienta de una tienda Bershka en Londres, donde aprende el oficio desde abajo, siguiendo el estilo marcado por Isidoro Álvarez en el Corte Inglés. El asunto estriba en si Marta Ortega estará preparada cuando don Amancio se retire.