Se acaba de comercializar en algunos lugares de Europa, no exento de polémica, un test que, a través de un análisis de sangre, evitaría practicar una amniocentesis para determinar si un feto sufre Síndrome de Down.
La empresa comercializadora, alemana, asegura que el nuevo producto que han puesto a la venta reducirá el número de muertes provocadas por un análisis, la amniocentesis que es, en efecto, un procedimiento invasivo que provoca abortos por complicaciones en un 5% de los casos.
Pero no es esa la cuestión. Lo que venden es la teoría del mal menor: morirán menos niños por culpa de la amniocentesis. Pero lo verdaderamente crucial es que se seguirá matando a niños por culpa del aborto selectivo que ha impedido que nazcan miles de personas con Síndrome de Down.
Es más, cabe incluso la posibilidad de que, al ser la prueba menos arriesgada para el feto, más madres se sometan a ella y personas que no se habrían planteado abortar lo hagan ahora conocido el resultado, incluso aunque pudiera ser un falso positivo. Pocas pruebas diagnósticas son capaces de ofrecer un resultado con fiabilidad absoluta.
Un test que tiene como objetivo determinar malformaciones como el Síndrome de Down con el fin de que los padres decidan si quieren matar a su hijo o seguir adelante con el embarazo, no puede, en ningún caso, suponer un motivo de alegría.
En realidad, es más que probable que su efecto sea provocar aún más muertes y una supuesta e inaceptable teoría del mal menor se convierta, además, en un mal mayor.
Xus D Madrid