• Impacto regulatorio y diferencias de cambio tienen la culpa.
  • Dos terceras partes del negocio de GNF procede de Hispanoamérica.
  • La deuda cae y los vencimientos suponen un calendario cómodo.
  • Buena combinación de inversión y desapalancamiento.
  • Gas Natural demuestra que se puede vivir sin crédito bancario.

Si hoy amanecíamos con el conjunto de propuestas de los empresarios, encaminadas a reducir el nivel de desempleo hasta cifras próximas al 11% en el año 2018, esto se debe  a la preocupación de las principales empresas sobre la situación económica del país, y probablemente de una manera egoísta, por el perjuicio que ocasiona en sus cuentas de resultados.

En el conjunto de ideas que engloba el plan, se recomienda un acumulado de medidas encaminadas a la reducción de la factura energética para las empresas y la atracción de inversiones para la actividad exploratoria, en concreto el fracking de gas. Algo que sin duda puede hacer temblar nuestros cimientos, aunque pueda suponer unos 100.000 nuevos empleos.

No sabemos cuál es la postura de Gas Natural Fenosa (GNF), presidida por Salvador Gabarró (en la imagen) al respecto. La empresa del Grupo Caixa ha presentado sus resultados correspondientes a los nueve primeros meses del año, en la medida que sus cifras presentan las mismas sombras y claros que el resto del convulso mercado eléctrico, aún marcado por el déficit de tarifa, la úlcera declarada del ministro Soria.

En la presentación de resultados de GNF sorprende escuchar palabras agradables respecto a la nueva regulación, al considerar cómo la misma supone una mayor estabilidad financiera permitiendo que el déficit de tarifa se recupere en ¡quince años!, y una mayor 'predictibilidad', en base a periodos regulatorios de 6 años, finalizando el primero en 2020, siempre y cuando no tengamos Gobierno nuevo, supongo.

En concreto, su resultado neto se ve incrementado en un 10,6%, en comparación con el mismo periodo del año anterior, con una caída del ebitda del -2,3% hasta cifras iguales a una nada desdeñable cantidad de 3.606 millones de euros. La entidad destaca una mejora operativa que se ve contrarrestada por las diferencias de tipo de cambio y el impacto regulatorio, como siempre.

A este respecto, GNF mantiene casi dos tercios de su actividad en Hispanoamérica en países como Colombia y Brasil, países con un complejo comportamiento de sus divisas respecto al euro en los primeros seis meses del año. La cifra de negocios mantiene un comportamiento estable, que deriva en una caída del margen bruto del 3,5%, consecuencia del aumento del coste de los aprovisionamientos.

El análisis de su estructura patrimonial parece que ya la hubiéramos comentado la pasada semana, con motivo del estudio de las cuentas de Endesa. Un aumento de las inversiones en un 15,2% con un montante de 1.015 millones tanto en activos tangibles como intangibles –en concreto en las redes de distribución de gas en Europa e Iberoamérica– y una reducción de la deuda neta respecto al cierre del año 2013 del -2,9%, un total de 13.843 millones. Dicha cantidad quedaría en 13.221 millones sin incluir el déficit de tarifa del ejercicio anterior (622 millones). Presume la entidad de que todas las necesidades financieras del 2014 a 2016 ya están cubiertas, además de un cómodo perfil de vencimientos de la deuda, al vencer el 90% de la deuda a partir de 2017. Una escasa exposición del riesgo de tipo de cambio al proceder el 87% de sus fuentes de financiación de la zona euro, el hecho de que sólo el 32 % de sus fuentes de financiación proceden del sector bancario, o liquidez suficiente para cubrir más de 24 meses de necesidades financieras, son datos agradables de escuchar, al menos para sus accionistas.

En definitiva, la generación de caja le ha permitido reducir su deuda a pesar de las inversiones, el pago del dividendo y el sempiterno déficit de tarifa. Todo parece indicar que la política de desapalancamiento del sector privado mantiene una necesaria tendencia descendente, por mucho que al Banco de España le preocupe el flujo de crédito bancario, crédito sin el que probablemente podríamos vivir. Al menos, GNF lo intenta demostrar. Sería deseable que las lecciones de la crisis sean aprendidas también por el Gobierno, reduciendo su -o nuestra- deuda, aumentando las inversiones y bajando impuestos.  

Rodrigo de Silos

rodrigode@hispanidad.com