Anonymous toma como argumento una farsa: la misteriosa autoría de las obras atribuidas a Shakespeare y urde una historia de conspiraciones tan bien tramada como entretenida.
En un escenario de Nueva York, un autor teatral (interpretado por Derek Jacobi) plantea como narrador, a través de su obra Anonymus, la posibilidad de que William Shakespeare no fuera realmente el genial autor de las obras que se le atribuyen, sino un mediocre actor al que las circunstancias colocaron para ocultar el nombre del verdadero responsable: el noble Edward de Vere, conde de Oxford.
Esta intriga pseudohistórica, escrita por el guionista John Orloff, está perfectamente enmarcada en la Inglaterra isabelina, y no deja fuera del tintero a ningún personaje de la época. Tan bien urdida y narrada está toda la conspiración que Anonymous resulta apasionante, independientemente de que el espectador entre a "trapo" de plantearse la verdadera identidad de Shakespeare. A ello contribuye que esta historia sólida, donde se mezclan mentiras, traición, asesinatos e, incluso sexo. Está bien defendida por un reparto coral de solventes actores británicos como Rhys Ifans, Edward Hogg (genial como el malvado asesor real) o Vanessa Redgrave, y su hija Joely Richardson, que se meten en la piel de la reina Elisabeth en dos etapas de su vida.
También merece una especial mención el trabajo realizado por el director de producción Sebastian Krawinkel y la diseñadora de vestuario Lisy Christl, que han conseguido una puesta en escena creíble y magnífica de Inglaterra de la época inspirándose en pinturas de ese siglo.
Eso sí, causa cierta sorpresa que el director de Anonymous sea Roland Emmerich conocido por películas de catástrofes como El día de mañana o 2012. Para el cineasta la razón de acometer este proyecto tan diferente estaba muy clara: le atrajo el lidiar con un proyecto con el que pretendía crear polémica.
Para: Los que les gusten las historias sobre "Teoría de la conspiración"