Al anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido pleno. Esta tarea apasionante que implica contribuir a la mejora de las condiciones de vida en todos los aspectos de millones de personas, supone riesgos importantes para quienes entregan su vida apasionadamente y sin límites a la misión.
El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido, es un don que se debe compartir, una buena noticia que es preciso comunicar. Lo saben bien los miles de misioneros repartidos por todo el mundo, cuyo compromiso ejemplar les lleva en ocasiones a entregar, literalmente, su vida por Cristo.
Pienso que el próximo domingo tenemos una buena ocasión de demostrarles, con la oración y con la ayuda económica, que está, la evangelización, es también tarea nuestra y que pueden contar con nosotros.
Jesús D Mez Madrid