Y me parece muy bien, oiga usted. A Gadafi hay que condenarle e incluso juzgarle antes de condenarle. Pero me sorprende esta obsesión del megacentro de la justicia planetaria para los derechos humanos, pero apreciaría una mayor celeridad en los encausamientos Porque esto de pisarle la cola al león después de muerto empieza a resultar un poco sospechoso. Gadafi no está muerto, sólo moribundo, pero conociendo la lectura de la justicia, el fiscal Moreno ya se ha apresurado a dar un viril golpe sobre la mesa. En castellano antiguo: A moro muerto, gran lanzada.
Hablamos de Libia, el país que llevaba 40 años en el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Así que voy a ofrecerle más ideas a don Luis. Por ejemplo, ahora que el Gobierno paquistaní no está muerto, y está a un paso de caer en el talibanismo, Moreno debería anunciar, en nombre de la libertad religiosa, la apertura de un sumario contra el Gobierno de Islamabad, el mayor exportador de terroristas del mundo, empeñado en condenar a muerte a la cristiana Bibi porque unas vecinas cabritas -lo he dicho en diminutivo que uno ha sido educado en colegio de pago- le denunciaron por blasfemar de Alá.
Para tensar más la soga alrededor de su cuello, los talibanes, con total impunidad, han asesinado al gobernador que la defendía y al único ministro cristiano que la defendía.
Los asesinatos de cristianos por motivos religiosos se multiplican a lo largo del mundo árabe pero estoy convencido de que Moreno-Ocampo y su subordinado, Baltasar Garzón, considerarán que esto es obra de incontrolados y, en cualquier caso, no se atreverán a encausar al Gobierno del presidente Asif Ali Zardari, aunque el portavoz de los obispos de Paquistán asegure que los hechos no le han sorprendido lo que se dice nada. Vamos, que los perseguidores de los cristianos actúan con total impunidad.
Pero es que Gadafi está agónico, los paquistaníes gozan de buena salud y poseen armamento nuclear.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com