Sr. Director:
Mientras que alguien, estrellado y en las estrellas, va a despedirse de su andadura como presidente de España haciendo una donación (con nuestro dinero) a la Alianza de Civilizaciones y asistiendo al encuentro que va a celebrar próximamente esa entidad.

 

Y aparece también quien a sí mismo se ha proclamado líder del PSOE, diciendo que España es mayoritariamente católica y que ve bien la JMJ, Javier Arenas sigue en el ruedo político diciendo las verdades y demostrando su coherencia, su sentido de Estado, su preocupación por algo tan esencialmente social como es la educación, la salud, el desempleo, evitar el despilfarro del dinero de los contribuyentes, etc., lo que mejoraría la situación por la que atravesamos los más débiles y se estaría en el buen camino para que los hombres y mujeres del futuro conozcan lo que les corresponderá hacer cuando reciban de la mano de los hombres y mujeres de hoy la antorcha que, por fin, se va a tratar que les llegue como nunca debiera dejar de estar, o sea, llena de oportunidades para todos y con un prestigio intachable ante al mundo.

La arena está regular por las pisadas de tanta mentira, por tanto cambio de coreografía de la mano de entes que, cual sin alma, hacen y deshacen como si gobernar fuese disfrutar de un club que se ocupase de vestir bien a sus socios y tirar del talonario ajeno. Pero Arenas sabe pisar y sabe dónde pisa. Andalucía no ha sufrido el hierro de ganadería alguna. No es prisionera, si no soberana. Como tal hay que tratarla y hace mucho que quiere hablar por ella misma y que se oiga sólo su garganta.

Por el bien de todos es necesaria la democracia, pero no hay que olvidar que para entender qué significa esa palabra no podemos permitir que la esté gobernando alguien que ella no ha elegido para que lo haga.

Isabel Caparrós Martínez