Argentina trata ahora de abrir un nuevo canje de sus bonos impagados. Nada más representativo de lo que ocurre en los mercados financieros, ese monstruo que está destruyendo la economía mundial.
El señor Néstor Kirchner, recién estrenado el siglo XXI, decidió plantar cara a los fondos (de pensiones, de inversión, de capital-riesgo, fondos buitre, etc.) que especulaban con el bono argentino. Y lo hizo por la sencilla razón de que no podía pagar. En definitiva, les vino a ofrecer, no el 100 por 100 que exigían según contrato, sino un porcentaje que, depende de las emisiones, oscilaba alrededor del 25%. Sencillamente, Kirchner les planteó el siguiente modelo: o esto o nada, porque Argentina no puede pagar más.
A partir de ahí, hubo fondos que aceptaron cobrar y otros que se fueron a los tribunales internacionales, especialmente, cómo no al famoso CIADI del Banco Mundial o al Club de París.
Ojo, la mayoría de estos fondos no perdían el 75%, dado que eran fondos-buitre que, aún cobrando ese 20-25% de dinero, ganaban dinero, porque no le habían comprado sus títulos al Estado argentino en el mercado primario, sino en el mercado secundario, ya devaluado. Es decir, que, a pesar de perder dinero, lo ganaban.
Y, naturalmente, se juramentaron para no invertir más en deuda púbica argentina. Conclusión, desde ese momento, la valentía de Kirchner, que atentaba contra el derecho pero no contra la justicia, se volvió contra toda una generación de argentinos: el Estado argentino actual no puede emitir deuda porque nadie la compra.
Y no sólo eso, sino que Cristina Fernández de Kirchner afronta ahora los recursos de los fondos que no aceptaron el canje. La justicia internacional es lenta, pero acaba por dictar sentencia.
Eulogio López
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