En estos momentos, en la España democrática hay dos crueles discriminaciones: una es la de los cuatro millones y medio de trabajadores que no encuentran empleo, y cuyos derechos y libertades están perfectamente recogidos en el capítulo III de la Constitución.
La otra, la de los millares de niños y niñas en estado embrionario a los que no se les permite seguir viviendo, derecho recogido en la Constitución Española: Todos dice la carta magna. Es por ello que el nuevo proyecto de ley que el Gobierno socialista ha puesto sobre la mesa, la Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación, representa el paradigma del artificio político. Incapaz de encontrar el norte en plena crisis económica, Rodríguez Zapatero vuelve a perderse en un estéril, inútil e innecesario laberinto legislativo que no lleva a ninguna parte.
Tal vez consiga el propósito, que mientras hablamos de ello no lo hace de la crisis. En todo caso, no deja de ser un artificio político.
Enric Barrull Casals