Recuerdo que hace 30 años la lengua catalana contaba con un caudal de ilusión y simpatía.
Muchos queríamos aprenderla y usarla. Lamentablemente ese caudal ha ido disminuyendo. Percibo que hay cada vez más gente "quemada" con el tema del catalán. Se ha abandonado la vía de la persuasión y se ha sustituido por la de la imposición cuando no de la multa, como es el caso de los comerciantes.
Y, para más inri, ahora Artur Mas anuncia la creación por decreto de una red de "comisarios lingüísticos" en todas las áreas de su gobierno para vigilar el uso del catalán y las sanciones correspondientes.
Con comisarios y multas sólo van a conseguir aumentar el resentimiento contra el catalán y que su ya menguante caudal de simpatía acabe secándose.
Pilar González Rodríguez