Que una administración desee esconder la luz y los taquígrafos al modo Imaz (ver información de miércoles 9) se encuentra dentro de lo comprensible, aunque censurable. Pero que el Colegio Profesional de Periodistas se preste a semejante farsa, parece que es subir unos cuantos grados el tono del escándalo. Pero en esas estamos: el Ayuntamiento de Barcelona, el Govern de Cataluña y el Col.legi de Periodistes de Barcelona han llegado a un acuerdo para establecer un protocolo sobre la información que los periodistas deben cubrir sobre la crisis de El Carmel. ¡Qué fuerte!
Ante todo, transparencia. Sobre todo, porque los medios catalanes están fuertemente enchufados al presupuesto de la Generalitat. Y así se entienden titulares como "Maragall coge las riendas". El asunto es como el chapapote, sólo que sin estrategia de desgaste, a pesar de que el jefe de publicidad del PSOE, Juan Campmany, afirmará ayer en Radio Intereconomía que Blanco le paró la campaña prevista sobre el asunto del Prestige "porque había mucho dolor en la sociedad".
El asunto del Carmel no es el único. La Secretaría de Estado de Comunicación sigue con su campaña de transparencia. Ha dejado de publicar los resúmenes de prensa internacionales en su web. La decisión de colgar en Internet los resúmenes de prensa, tanto nacionales como internacionales, fue del anterior Gobierno. Primero era una información que se facilitaba al presidente. Después, a algunos periodistas que lo solicitaban. Pero, posteriormente, se entendió que ya que estaba, era mejor colgarlo en Internet para que todos los ciudadanos pudieran disfrutar de ese trabajo realizado con cargo al presupuesto. Pues bien, ahora comenzamos a dar pasos atrás.
Lo mismo ocurre con la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Radio Nacional de España (RNE) emitía íntegra la comparecencia. Pero los periodistas las cargan duras y el Gobierno ha entendido que eso no les favorecía. Así que, nuevo "apagón". Por no hablar de las dificultades que tenemos los "peligrosos" periodistas de Internet para acreditarnos en las distintas comparecencias tanto en el Congreso como en el Senado. Estamos de lleno en la era de la transparencia.