Aznar se ha rasgado las vestiduras ante la imperdonable consideración del Gobierno Zapatero, quien considera el aborto como un derecho.
La verdad es que él no lo consideró un derecho, sólo permitió y alentó el infanticidio pero en ningún caso lo consideró un derecho sino una inevitable desgracia, tan inevitable que se multiplicó durante sus ocho años de Gobierno, lapso durante el cual, el señor Aznar tachaba de sus discursos cualquier alusión al aborto, que no era un asunto de buen gusto.
Y no es que el señor Aznar se haya arrepentido de sus faltas pasadas, en cuyo caso todos abriríamos las manos: es que ahora está en la oposición y le encanta poner a ZP como no digan dueñas.
A la misma universidad que ahora presenta con todo orgullo a un ex presidente, acudió Fernando Ferrín, el juez murciano condenado por defender que dos lesbianas no eran las mejores educadoras de una niña. Ferrín sobrevive ahora con un sueldo base de juez que le será arrebatado si el Tribunal Supremo ratifica la condena de Murcia. Hoy un personaje en busca de destino.
Se da la circunstancia de que el único oficio que puede realizar un juez -y él lo es aún- consiste en la enseñanza. Como la necesidad tiene cara de hereje -es padre de seis hijos- Ferrín acudió a la Facultad de Derecho de la católica universidad. Pues bien, con toda la frialdad que fue capaz de acumular, el decano le dijo que volviera cuando hubiera sido absuelto. No está mal, dado que el apellido de la UCAM corresponde a una Iglesia creada por un tal Jesús de Nazaret, que fue imputado, acusado, condenado y ejecutado.
Lo de las universidades católicas es cosa interesante. Recuerden el caso de Notre Dame, donde Hillary Clinton hizo campaña y que se apresuró a nombrar doctor honorario al abortero Barack Obama. O la Universidad Católica de Lovaina con quien colabora la magistrada del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que apoya la retirada de crucifijos de los colegios.
Para mí que se hace necesario un seminario sobre universidades católicas.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com