No le busquemos tres pies al gato. En líneas generales, la reforma fiscal, finalmente aprobada el jueves, rebaja ciertamente los impuestos, aunque el balance global reza así: Mariano Rajoy, con su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro (en la imagen) como instrumento, ha subido los impuestos a los españoles durante su mandato.
Primero con el subidón del 1 de enero de 2012, un empobrecimiento de golpe de todas la clase media española. Ahora los baja, pero no tanto como los subió. Eso significa algo muy simple: que el Estado cada vez pesa más y la persona cada vez pesa menos.
El capitalismo venció al socialismo pero el del siglo XXI es un capitalismo de Estado: menos libertad, menos importancia de la persona frente a las estructuras, frente al sistema, si lo prefieren. Y todo ello bajo el formidable sofisma de la propiedad pública, la escuela pública, la sanidad pública, la empresa pública, en definitiva, la propiedad pública. Somos tan tontos que todavía pensamos que lo público es de todos, cuando lo público es el cheque en blanco que damos a los políticos para que controlen nuestras vidas. Lo bueno, lo libre, lo justo, es la propiedad privada, pero está muy mal vista.
No sólo eso. Resulta que Rajoy ha incumplido el principio básico de justicia en materia fiscal: en el siglo XXI hay que juzgar a la gente, no por lo que gana, sino por lo que gasta. La palanca del IRPF debe subordinarse a la palanca de la bajada de impuestos laborales y de emprendimiento. No nos debe preocupar que una persona gane mucho dinero porque sus rentas se convertirán en inversión. Ahora bien, si pretende darse la gran vida con el dinero ganado que lo pague.
Junto a ello, en un país con un desempleo del 25% (me es igual que ese porcentaje no sea real, el caso es que es altísimo) lo prioritario es reducir los impuestos laborales. Ejemplo: aquel que ponga en marcha su microempresa, aquel que construya su propio trabajo y su propia máquina de facturar merece no pagar impuestos hasta que consolide sus cuentas y merece que no se le pongan pegas burocráticas -entre ellas las ecológicas-. Mariano Rajoy además ha reducido las cuotas sociales, por ejemplo. Es más, las subió y ahora las baja con cuentagotas.
Hacienda ha hecho un buen resumen de lo que representa la reforma fiscal. Ahora bien, es una foto fija. El balance de la legislatura es que el presunto liberal, Mariano Rajoy, ha subido los impuestos, ha hecho más fuerte al Estado, a sí mismo, y más débil a los españoles.
Tres años se cumplen desde la victoria electoral del PP, por mayoría absoluta, un 20-N de 2011. El presidente Rajoy ha conseguido éxitos económicos pero a costa del empobrecimiento de los españoles. Ha subido los impuestos, no los ha bajado... como prometió. Pero sosegaos: no ha sido la única promesa incumplida. Por ejemplo, prometió una política provida y... no hacen falta más comentarios.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com