Balance inconcluso, naturalmente, por cuanto cambia cada día. La cosa empieza con la llegada al poder de Rodríguez Zapatero (aunque el déficit de tarifa es un invento del PP, que conste).

El presidente se guía por tópicos y se convierte en el apóstol del Protocolo de Kyoto. A ecologista no le iba a ganar nadie, por lo que asume el elevado coste de utilizar el carbón para obtener electricidad y se lo pagamos entre todos. Ni tan siquiera le basta con las térmicas de ciclo combinado, de gas, que contaminan menos y hoy el ciclo combinado funciona al 30% de su capacidad, con lo que no hay forma de amortizar las inversiones realizadas. No importa, pagamos a escoger la locura verde.

Ahora bien, pagar la sustitución del carbón no supone, para el verde ZP, dejar de consumir carbón nacional, el más caro, el más contaminante y el más inseguro para los mineros. Entonces, ZP, que no por verde ignora los votos que llegan de las cuencas carboníferas, decide apoyar al carbón nacional... con cargo al déficit de tarifa y subvenciones directas a las comarcas mineras. El resultado es que las eléctricas tienen almacenado carbón nacional para dos años: más déficit de tarifa que pagaremos entre todos.

Las nucleares, que no contaminan y producen la energía más barata, ni hablar: eso no es progresista ni verde.

Luego llega el desastre de la energía solar, en su versión fotovoltaica y termosolar. Subvenciones a todo pasto para que se beneficien las grandes fortunas: Florentino Pérez, José Manuel Entrecanales, Javier Benjumea, Luis Delso, etc. Más déficit y más coste de titulización para financiarlo.

Cuando se dan cuenta de la barbaridad cometida tratan de dar macha atrás, y aplican la rebaja con efecto retroactivo. Pero como se montan un follón de no te menees -lo que se da no se quita- entonces ZP da marcha atrás, mismamente el martes, y dice que no hay que reducir tanto. Ergo, seguirá aumentando el déficit que ya supera los 20.000 millones de euros. Lo pagaremos entre todos. A todo esto, ¿cómo se puede defender la energía solar por verde y fomentar el uso del carbón nacional que contamine más que ninguna otra? Pregunten al veleidoso Zapatero.

Al final, los ciudadanos pagamos el espíritu ecologista y electoralero de ZP por tres vías distintas: la una en la tarifa, obligada a subir, la otra en el déficit de tarifa, que pagaremos en el tiempo y vía impuestos si sigue aumentando el coste financiero. Pero he dicho tres veces y la tercera es la más grave aunque la más silente: la pagamos en inflación y en pérdida de competitividad de las empresas. Observen los dos cuadros adjuntos (páginas 17 y 18), sacados de Eurostat. Es la tarifa doméstica y la tarifa industria de la electricidad. Si nos comparamos con Europa, los particulares españoles pagamos cara la luz, pero no tanta como otros países de nuestro entorno. Sin embargo, si acudimos a la comparación sobre el precio de la energía industrial, resulta que nos situamos a la cabeza de Europa.

Que nadie crea que esto es bueno. Primero, porque la tarifa de la luz que no pagamos hoy la pagaremos mañana y abultada. Segundo, porque si las empresas repercuten directamente el sobre coste en el precio final: en definitiva, que los consumidores pagamos más caro.

Y es que la energía verde de Zapatero no es verde pero, sobre todo, resulta carísima y nos hace perder competitividad. En definitiva, nos provoca paro.

Y encia ZP no deja de corregirse a sí mismo. Mantendrá las ayudas al carbón nacional, nos subirá la luz y encima perderemos empleo. ¡Y que viva la ecología! Sólo por su desastroso balance energético, el señor Zapatero ya debería haber dimitido. Tranquilos, no lo hará.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com