Tiene toda la razón el vicepresidente Solbes, cuando muestre su descreimiento en las balanzas fiscales y utiliza el símil del Barrio de Salamanca. Los vecinos de esta destacada y céntrica barriada madrileña pagan más al Estado de lo que reciben del mismo, mucho más que, por ejemplo, los de Carabanchel (que por el hecho de vivir en una gran ciudad, los de Carabanchel también ‘apoquinan' más que sus pares de, por ejemplo, Palencia). Es lógico que quien cobra más pague más, y por eso los ricos de Madrid pagan más a la Comunidad de la que reciben de ella, y eso que en Madrid está la mayor riqueza y la mayor miseria de España. Por tanto, también es lógico que los madrileños o los catalanes aporten más de lo que reciben del resto.

Es más, no sólo es así, sino que no puede ser de otra forma. Especialmente si se cuentan los impuestos al consumo, especialmente el IVA, pero también los especiales, que son más importantes que cualquier otra rama impositiva, incluyendo la directa. Y cuando hay tejido industrial, y no lo hay en Asturias Ceuta o Melilla -al que menos aportan- el efecto se multiplica, por aquello del pago en impuestos de sociedades y en cuotas sociales (éstas últimas no se contemplan en la balanza pero deberían). Conclusión: lo de las balanzas fiscales es una memez, lo cual demuestra que hasta don Pedro Solbes puede decir algo acertado. Es lógico que los catalanes aporten más al conjunto de los españoles, sencillamente porque son más ricos. Los madrileños aún aportan más que los catalanes... porque aún son más ricos que los catalanes.

Cuando se recuerda esto a los partidos nacionalistas -especialmente a los catalanes, los vascos se callan porque poseen el concierto y no les interesa abrir ese melón- los aludidos desvían la cuestión hacia la inversión estatal en infraestructuras. Solbes responden siempre con la misma cuestión. El AVE Madrid-Barcelona, ¿beneficia más a Madrid o a Barcelona?

Ahora bien, creo que hay otra respuesta más oportuna: no sólo es que el que tiene más debe pagar más y recibir menos, es que la labor del Estado es, precisamente, invertir en infraestructura en zonas deprimidas, precisamente para que dejen de ser deprimidas. ¿O qué nos habíamos creído que es la solidaridad interterritorial?

Algo paralelo a lo que ocurre en Norteamérica, donde la capital de los grandes estados siempre se coloca en pequeñas localidades: Por ejemplo, la capital del Estado de Nueva York no es Nueva York, sino Albany. Los estadounidenses entienden que la gran manzana y barrios aledaños no necesitan ayuda pública para medrar.   

La querencia de los nacionalistas a las balanzas es el problema eterno de los nacionalismos: no hablan del Estado de derecho sino del tamaño del Estado, y así no hay manera de entenderse, porque no estamos hablando de argumentos sino de sentimientos. Y así no hay manera.

Eulogio López

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