Este otoño, Javier Rupérez y Baltasar Garzón pronunciaron una conferencia en Nueva York en la que criticaron al PP por utilizar políticamente a las víctimas del terrorismo. Puede que tengan razón, aunque en realidad el pecado no es exclusivo de los populares: también los socialistas tratan de arrancar declaraciones de las víctimas a favor del inicio del principio del fin.

Pero Garzón reparte leña de manera desigual. Y sigue sin regresar a su puesto, aunque haya excedido su año sabático. Algunos creen que no quiere regresar porque no quiere tener que lidiar con el sumario del 11-M. Conviene recordar que el juez estrella estuvo a pie de vía el 11-M aunque el asunto no le tocara por reparto.

Ahora el run-run de 'todo Madrid' es que regresará a Madrid a sustituir a Gregorio Peces-Barba como Alto Comisionado para las Víctimas. Conviene recordar lo que dijera hace algunas semanas en el Club Siglo XXI:

  • La única forma de combatir el terrorismo es la legalidad
  • La situación en el plano internacional es preocupante tras el triunfo de Hamas en Palestina. La extensión del terrorismo yihadista en Iraq es latente y letal para sus estructuras.
  • Al yihadismo se le combate no con la guerra sino con cooperación internacional, reflexión sobre lo que estamos haciendo y efectividad de nuestros servicios de inteligencia.
  • En España habíamos llegado a una situación envidiable: la unidad de dirección de los tres poderes en una única punta de lanza contra el terrorismo.
  • Me resulta insoportable que haya una manifestación contra un juicio que se sigue en la Audiencia Nacional. A un juicio no se le combate con manifestación, sino con argumentos.
  • Estamos en riesgo de perder. No podemos dejar que el discurso político lo marque una organización terrorista, una organización criminal a la que interesa que todos le sigamos el juego y tratan de llevarnos a su terreno
  • No estamos en guerra y por tanto los términos como acciones, combate, no tienen sentido. No dejemos que nos manipulen el lenguaje.
  • Yo no me siento vencedor cuando dicto una sentencia.
  • Cuando oigo que las víctimas no deben de ser actores, se me abren las carnes y me acuerdo de las madres y las abuelas de la Plaza de Mayo.