Es muy original la campaña publicitaria del Banc Sabadell sobre biotecnología. El hilo conductor consiste en que la esperanza de vida no deja de aumentar, entre otras cosas gracias a las mejoras sanitarias y, sobre todo, en biotecnología. Que el objetivo último de la campaña sea vender los fondos de pensiones del Sabadell no me parece mal: se trata de un anuncio publicitario.

Para explicárnoslo, varios especialistas nos informan sobre los últimos avances. Nos dicen que el siglo XXI será el de los implantes de órganos clave, como el corazón. Lo cual está pero que muy requetebién.

Sólo un pero: me habría gustado más una apreciación ulterior sobre el material utilizado como prótesis biológica. Es decir, ¿de qué están hechos esos futuros órganos que nos permitirán vivir más (Espero que no sea sólo sobrevivir más).

Y es que aunque los especialistas nos hablen de las propias células, para evitar rechazos, convendría que explicaran que se trata de células extraídas del propio donante, no de embriones humanos destrozados... que es lo que se ha hecho hasta ahora. En definitiva, el segundo apellido es el importante. A ver, repita conmigo: las células madre adultas, generalmente extraídas del propio paciente para evitar rechazos, son estupendas; las células madre embrionarias se cargan al embrión humano del que proceden y, encima han sido un desastre.

¿Por qué a los científicos les cuesta tanto dicha precisión Pues muy sencillo: porque muchos de ellos han colaborado en la mayor estafa científica, además de homicida, de los tiempos modernos: la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio, algo condenado por la Iglesia y hasta por el sentido común.

Fue cuando nos volvimos todos locos, con Zapatero y el ilustre Bernat Soria: se decretó la política de embriones humanos para quemar. Utilizando a esos seres humanos, con identidad genética -generalmente los embriones sobrantes de la fecundación in vitro-, se suponía iban a curar todas las enfermedades del mundo mundial. No curaron nada, naturalmente, y, encima, se descubrió que estas células embrionarias, encima, provocaban tumoraciones en los pacientes.  Lo que no ocurría, por cierto, con las células madre adultas, que sí han obtenido, y siguen obteniendo, terapias exitosas. Por ejemplo, en la renovación de tejidos infartados.

Recuerden el dinero público donado por Zapatero, o por Barack Obama, para unos experimentos homicidas y fracasados. La Iglesia recordó que aquello era una barbarie pero ya se sabe que los curas son los cavernícolas opuestos al imparable progreso de la ciencia.

Ahora, la ciencia recurre a donde siempre debió recurrir: a las células madre adultas, alentadas por la Iglesia e, insisto, por el sentido común.

Pero como el científico y el político son dos elementos llenos de soberbia, no han querido rectificar ni su error ni su horror. Y por eso, el Gobierno Rajoy sigue financiando experimentos fallidos y peligrosos, además de homicidas, con embriones humanos. No sólo no ha detenido la sangría de los embriones sobrantes de la FIV sino que sigue dando dinero público para el exterminio.

¿Responsable El ministro de investigación, Luis de Guindos, quien, en otro alarde de derecha progre, nombró secretaria de Estado de Investigación a la abortera Carmen Vela, la ideóloga de la ley de aborto socialista de Bibiana Aído y de la Ley de Investigación Biomédica -verdadero matadero de embriones humanos- de doña Elena Salgado.

Sí, Carmen Vela (en la imagen) y De Guindos siguen utilizando nuestro dinero para la estafa científica del siglo XXI. Por eso no les gusta distinguir a las cosas por su muy necesario segundo apellido. Siguen hablando de células madre sin especificar si se trata de células madre adultas o de células madre embrionarias.

Por lo demás, muy bueno el anuncio del Banc Sabadell: ¡Viva la investigación científica!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com