Cada trimestre que pasa se reafirma en su situación de banco local venido a menos, que lucha por sobrevivir en un mundo global y por sobreponerse a una indigestión de su epígrafe de activos remunerados (ni activos ni remunerados, en quién sabe qué casos) mientras silba el estribillo de "no pasa nada, señora baronesa".
Es un tema sectorial, que conste. Pero aquí se ofrecen, entre otras cosas, unas cuentas raudas y primorosas en la línea del antiguo Popular, lo cual se agradece.
Al cierre de septiembre de 2011 utiliza recursos ajenos con coste (deudas con terceros) por un importe de 91.978 millones de euros (-7,25%). Es decir, tenía un apalancamiento de 16,3 veces los recursos propios que equivale a un coeficiente de garantía del 6% (en lugar del 10% que Greenspan y el BIS consideran adecuado para el sector). Aunque mejora desde el apalancamiento de 18,1 veces que tenía el año pasado, le vendría bien ampliar los recursos propios en unos 3.500 millones de euros para acceder al citado 10% de garantía, porque en lo relativo a su activo rentable el mercado parece valorar menos la importancia de su cuantía que el riesgo de sus posibles deterioros.
Así, al cierre de septiembre 2011 su activo rentable es del orden de 93.600 millones de euros (-7,7%) que equivale a un ratio de activo por acción de 136 euros, cifra que contrasta con los 4,6 euros a los que cada acción de Banesto cotizaba en esa fecha; dicho de otra forma, el valor en Bolsa de Banesto es de 3.664 millones de euros y equivale a tan sólo un 3,3% del valor en libros de su activo rentable, cuando el año pasado se valoraban en un también honorífico 5%.
La falta de información sobre el desglose de su activo rentable hace que no merezca la pena entrar a analizar el empeoramiento de sus morosos y de su ratio de eficiencia o la mejora voluntariosa de sus provisiones para insolvencias y dotaciones genéricas o específicas.
Lo único cierto es que el beneficio declarado es de 298 millones de euros (-33,8%) y que, si suponemos que va a declarar otros 100 millones de euros de beneficio en el cuarto trimestre, el beneficio anual sería sólo un -13% inferior al del año pasado. En cuanto al ROE o rentabilidad obtenida a sus recursos propios es del 7%, un nivel que resulta escaso si se considera el fuerte apalancamiento de la entidad.
De cualquier forma, el futuro de Banesto es el de ser vendido o, si no se pudiera, el de integrarse en Santander. Resulta evidente que si Emilio Botín no hubiera pensado, desde que se hizo con él tras la intervención de Banesto, en 1993, en venderlo, no lo mantendría con estructura independiente y, sobre todo, una cotización independiente.
Además, como ya adelantara Hispanidad, y hoy ha ratificado el consejero delegado, José García Cantera, un banco capidisminuido aspira a hacerse con la CAM. Con ello, no sólo conseguirá un esquema de protección de activos (EPA) de hasta 20.000 millones de euros (si el Banco de España se lo acepta es que ha enloquecido) sino conseguir sanear sus deteriorados activos inmobiliarios con cargo a reservas: un enjuague contable que no aporta nada pero ofrece una apariencia más lucida.
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com