Goirgolzarri es un hombre que no innova. No pretende revolucionar la gestión bancaria ni poner en solfa el consenso sobre cómo debe administrarse el sector. Todo eso que tiene ganado.
Por ello, se adecúa al mercado y la regulación -sobre todo a la regulación, que es política- como un guante y, como resulta que sabe hacer su trabajo y tiene muchos años de experiencia, la cosa marcha, Bankia marcha.
Es lo que se llama un buen profesional. Se adecúa a lo que hay y lo ejecuta mejor que nadie. No hace lo que le gusta hacer sino lo que puede hacer. Y aunque esto no suene muy romántico se necesita, lo reconozco, mucha inteligencia para seguir esta conducta.
Dicho esto: me gusta la gestión de Goiri pero no me gustó la opción del Gobierno Rajoy con Bankia, consistente en nacionalizar la entidad, justo lo mismo que pedían, por ejemplo, los comunistas de Izquierda Unida.
Ahora Bankia se privatiza. Y es que el ministro Guindos (en la imagen) tiene prisa por demostrar que el saneamiento bancario va bien. Es cierto que Goiri puede conseguir recuperar el dinero público invertido, pero, además de que el Gobierno se precipita, el asunto es que la mejor y más barata forma de solucionar una crisis bancaria es dejar quebrar al banco. Que los depositantes -los pobres- cobren, que los inversores -los ricos- palmen y que los gestores caraduras respondan ante los tribunales. El resto de los ciudadanos, cuanto menos aporten -sólo 100.000 euros por depositante damnificado- mejor que mejor.
Sólo que Guindos tenía prisa por demostrar el éxito de su saneamiento bancario. ¿Éxito Y un jamón de mono. El propio Goirigolzarri le aconsejaba esperar.
O, a pesar de la buena marcha de Bankia y del buen saneamiento realizado por José María Castellano en NCG Banco, la reconversión bancaria española no ha sido un éxito. Ha sido lo que todas: un fracaso. Como mucho, el mal menor.
Y no podía ser de otra forma.
Eulogio López
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