Aparentemente este miércoles 20 era un buen día para salir a bolsa a pesar de las tormentas bursátiles de las últimas sesiones. El Íbex amaneció optimista y a media jornada la subida superaba ya el 3%. Además, el sector bancario se recuperaba: 4% el Santander y 3% el BBVA. Las subidas de Sabadell y Bankinter se encontraban más cerca del 4% que del 3% y el Popular subía un 2%. La prima de riesgo abrió en 350 puntos y se relajó después hasta los 320.
Pues bien, pese a que parecía pintar el mejor palo para Bankia, el banco presidido por Rodrigo Rato se precipitaba al vacío nada más sonar la campana en la Plaza de la Lealtad. El valor de Bankia, que se estrenaba desde los 3,75 euros tras una rebaja del 15% sobre el precio inicialmente anunciado, llegó a bajar un 4,56% hasta los 3,53 euros. Después del susto, subió hasta los 3,70 euros para estabilizarse a continuación en torno a los 3,67 euros, un 2,67% menos.
En su discurso, Rato agradeció especialmente su apoyo a los 347.338 accionistas individuales, que en ese momento estarían temblando, y tuvo que admitir que el escepticismo reina en estos momentos en el mercado. El presidente de la entidad pidió por ello a las autoridades que tomen medidas "creíbles y sostenibles en el tiempo".
En cualquier caso, Bankia no puede pararse aquí porque, como ya hemos recordado en otras ocasiones, cada uno de sus compromisos de pago supera por sí solo el capital obtenido en bolsa: 7.200 millones en deuda avalada por el Estado, que vencen en los próximos 48 meses, 5.400 millones en deuda subordinada, 4.100 en preferentes, a los que se debe añadir 4.400 millones del FROB a un tipo de interés hinchable, según demora.
¿Cómo hacer frente a toda esta deuda? En principio, como lo haría cualquier individuo que tuviera que pagar a sus acreedores: vendiendo los muebles y las joyas de la abuela, si fuera necesario. Esto es, sus participadas: SOS, Indra, Iberdrola, Mapfre, Realia... Sin embargo, según reconoce Bankia en el folleto que presentó a la CNMV, su cartera de industriales vale 3.500 millones de euros. Pero no es el mejor momento para vender: algunas de sus empresas tienen minusvalías muy importantes, como SOS, otras han caído en bolsa hasta quedar en precios de ganga, como Iberdrola.
Las cuentas no salen, pero Rato no tiene más remedio, como hizo en sus declaraciones a la prensa, que proclamar la confianza de los inversores en el futuro. En su intención de reforzar esa confianza, el primer ejecutivo de Bankia señaló en varias ocasiones que la salida a bolsa era el punto de partida y que, a pesar de ser un paso importante, "no (es) el último en el proceso de transformación en el que estamos inmersos". ¿Se referiría a la fusión con el BBVA?
Rodrigo Martín
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