• Y reprocha a Soraya Sáenz de Santamaría su entente con Juan Luis Cebrián.
  • La vicepresidenta responde que la "voladura controlada" del escándalo Bárcenas, puesta en marcha por Cospedal, ha resultado un fracaso y apuesta por judicializar el caso.
  • Otro que está en la cuerda floja: Cristóbal Montoro, mientras José Manuel Soria y Luis de Guindos se salvan de la quema.
  • Carmen Martínez de Castro llama a bancos y empresas a apoyar al Gobierno por el bien de la nación.
  • Y mientras, Rubalcaba alienta otro 12-M. Se trata de alentar todo tipo de ataques contra las sedes del PP.

Se llevan de maravilla estos chicos del PP. No se sabe si el Caso Bárcenas va a acabar en algo pero, por de pronto, ya ha conseguido que todos los altos cargos del PP anden a la greña, en una guerra civil cada día más cruel.

De entrada, Dolores de Cospedal (en la imagen) insiste en que Ana Mato debería dimitir, es decir, ser dimitida, pero Mariano Rajoy se resiste, Además, la secretaria general ajusta cuentas con su principal enemiga, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Según Cospedal, Soraya ha entablado una entente con Juan Luis Cebrián, cuyos resultados se dejan ver ahora. Cospedal se ha aliado con Pedro J. Ramírez y su voladura controlada del escándalo Bárcenas, pues es sabido que el filtrador -Bárcenas o Trías- le pasó primero los papeles a El Mundo y luego a El País.

Además, Sáenz de Santamaría, abogada del Estado al igual que Cospedal, apuesta por judicializar el conflicto.

Pero el asunto no acaba ahí. Rajoy se niega a cesar a su ministra de Sanidad porque considera que si cede, ahí tendrá que ceder mucho más. Además, tras demostrarse falsa la acusación de que la trama Gürtel había financiado los confetti y globos del cumpleaños de sus hijos no tiene nada que ver con ella. Menuda metedura de pata de la policía.

En cualquier casa, tanto Rajoy como Soraya cierran filas con Ana Mato.

Otro ministro en peligro de muerte política es el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, por las idas y venidas de los presuntamente corruptos por su amnistía fiscal. El argumento parece un poco cogido por los pelos pero el caso es que sus adversarios en el Gabinete, el de Industria, José manual Soria, y el de Economía, Luis de Guindos, han subido enteros cuando parecían, sobe todo el primero, atravesar un pésimo momento. Y las cifras del déficit público 2012 a punto de caer.

Si algo ha molestado a Rajoy ha ido la actitud levantisca de Esperanza Aguirre, que ya nada tiene que perder y solicita una regeneración de la política española. Y encima el titular de Justicia, la sal de todos los platos, no podía faltar a la cita: Gallardón sueña con una situación límite en que el caído fuera, no éste o aquel ministro, sino Rajoy.

La cosa ha llegado a tal extremo que la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro, no deja de hablar con banqueros y empresas pidiendo adhesión inquebrantable, porque hay quien está poniendo en solfa el prestigio del Gobierno español y eso dispara la prima de riesgo.

Y mientras se recrudece esta guerra, el PSOE da un paso al frente. Rubalcaba está intentado montar otro 12-M, de 2004. Se trata de lanzar a los manifestantes contra las sedes del PP y convertir al partido gobernante en un nido de corruptos a los ojos de los demás. Lo malo es que hasta PRISA, su principal aliado, considera que han ido demasiado lejos y que los famosos papeles de Bárcenas pueden volverse contra ellos. Eso sí, siempre puede salir el cineasta Almodóvar acusando a Rajoy de intentar un golpe de Estado en La Moncloa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com