En medio de las rubalcabadas, experto en la política de ingeniería cosmética, nos encontramos con dos socialistas con sentido común.

El primero, el presidente manchego, José María Barreda quien insiste en la limitación de mandatos para los presidentes del Gobierno. En Hispanidad ya hemos dicho que Honduras dio una lección al mundo, cuando se negó a que Mel Zelaya vulnerara la norma legal que reduce a cuatro años el mayor lapso de permanencia en el poder. Vamos, que quería perpetuarse en el mismo.

Ocho años son más que suficientes para hacer una política. Pero como Mariano Rajoy se dedica a dormitar, no se ha tomado esa bandera y ahora serán los socialistas quienes la tomen por él. Insisto: si el poder absoluto corrompe absolutamente el poder permanente corrompe de forma permanente: ZP es un buen ejemplo.

Al mismo tiempo, Joaquín Leguina, Pepito Grillo del PSOE, asegura que hay que ayudar a la natalidad. Claro, como es la única forma de evitar el mayor problema económico de España y de todo Occidente: el envejecimiento de la población. No lo dice así Leguina pero la idea se abre paso porque posee toda la fuerza de la lógica: se llama salario maternal -no ayuda a los nacimientos-, que es lo que han desarrollado países como Francia, Bélgica, Irlanda o Alemania, con natalidad mucho más elevada que la de quienes se conforman con subvenciones puntuales, como Italia o España (donde era mínima y se suprimirá el 1 de enero). Además, el salario maternal no es un instrumento económico, es de justicia para evitar la discriminación laboral de la mujer respecto al hombre.

Regeneración social y política de un país no es difícil. Las ideas de los socialistas Barreda y Leguina deberían ser escuchadas.

Eulogio López

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