Al igual que hiciera Emilio Botín una semana atrás, el presidente de la otra gran potencia financiera española, Francisco González, del BBVA, ha presentado en la mañana del lunes los resultados correspondientes al ejercicio 2003. Y decimos que lo ha hecho de la misma forma, porque el triunfalismo del cántabro se ha repetido, calcado, en el de FG. Y a este triunfalismo tampoco se ha escapado el consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri. El problema de los dos grandes bancos españoles, no así el de las cajas de ahorros, ni grandes, ni pequeñas, ni otros bancos de menor tamaño, sigue siendo el mismo. No funciona la parte alta de la cuenta de resultados. Así, el margen de intermediación de BBVA caía un 13,7% y el margen básico un 12,8%, a pesar de que las comisiones netas representaban el 48% del margen de intermediación (52% en el caso del SCH). Y lo que es más grave, el margen de explotación caía un 12,2%, respecto al ejercicio 2002. Sin embargo, al igual que en el Santander, el beneficio bruto se cifraba en 3.812 millones de euros, un 22,2% más que en el ejercicio precedente. Y las claves de cifras tan dispares, vuelven a ser las mismas. Es verdad, como recuerda Goirigolzarri, que el ratio de eficiencia se sitúa en el 47,2% y tiende a descender, pero también lo es que el número de empleados del grupo BBVA se ha reducido, en un año, en 7.000 personas. En la actualidad, BBVA cuenta con 86.197 empleados (31.000 en España y 53.000 en América). Ni que decir tiene que mientras en España las plantillas continúan estancadas (prejubilaciones menos nuevos trabajadores peor pagados), la pérdida de 7.000 empleos se circunscribe a Hispanoamérica, donde el despido, además, es más fácil y barato que en nuestro país.

Y la otra razón del fuerte incremento de beneficios está en la reducción de las cantidades dedicadas a saneamiento crediticio. En concreto, BBVA dedicó a este objetivo durante 2003 cerca de 500 millones de euros menos que en 2002. Si a eso le sumamos los resultados por puesta en equivalencia, que han mejorado al propio ritmo de la Bolsa, podemos cuadrar ese aumento del excendente. De esta manera, tanto la rentabilidad sobre recursos propios (ROE) como la rentabilidad sobre activos (ROA) ascendieron, pero el margen de explotación representa menos que el pasado año.

Así que la gran pregunta que debe hacerse la banca española, es decir, Botín y FG, es la siguiente: ¿Qué será de SCH y BBVA el día en que no pueda reducir más sus plantillas, en que resulte imposible reducir más los costes y, sobre todo, el día que rebrote la morosidad y las exigencias de saneamientos se acentúen? Porque lo que está claro es que algún día la morosidad, en mínimos históricos, repuntará. El Banco de España, al menos, lleva anunciándolo desde hace dos ejercicios.