"No juegues con las drogas" es el eslogan de la última campaña publicitaria creada por Profero, agencia creativa para el medio Internet.
Por otra parte, la redactora Nicky Taylor entraba en un plan con el que la cadena BBC del Reino Unido, anhelaba indagar lo perjudicial que es humear estupefacientes. Taylor se sintió aterrorizada. Estaba tan asustada que no podía levantarse de la silla. Ése ha sido uno de los momentos más horribles de su vida. Se trataba de saber cuáles son las secuelas que la droga aguijoneaba en su cerebro; quería saber si la droga conduce a la locura. Así que partió para Holanda y empezó a trajinar en una de las tabernas legalizadas para comerciar narcóticos.
Se propuso la faena de ensamblar un mueble, cuando ya estaba drogada, terminó en el sofá, sin sentido, con todas las piezas del armario esparcidas por el suelo. La droga había acabado con su capacidad de raciocinio.
El consumo de estupefacientes produce un deterioro físico y psíquico que transforma el paraíso de unos instantes en un prolongado e insoportable infierno. La droga es un camino de ida, sin retorno.
También se ha divulgado otra campaña bajo el eslogan "Todo tiene un precio". Busca concienciar sobre la presencia de las drogas en la sociedad. La idea creativa descansa sobre la idea de que: "Lo más peligroso de las drogas es olvidarnos de lo que realmente son".
La población compradora está entre los 15 y 64 años. La droga se trajina en un entorno marginal de indigencia. Son más de mil chamizos en los que residen otros tantos clanes que vegetan en situaciones quebradizas.
Una humanidad aparte es la que brota en sus ajados moradores. Con el estigma que provoca la droga, la fijeza hueca, y apenas sin mantenerse firmes, se mueven amasando jeringuillas usadas.
Las ganancias del mercado de las drogas han conseguido grandes cifras provenientes de los más de tres miles drogadictos que aparecen en los chiringuitos de transacción.
La batalla contra el comercio y el derroche de narcóticos. La voluntad de paralizar esta dañina espada de Damócles para el tejido social, que origina el delito, la crueldad y favorece la devastación física y emocional de muchas personas, requiere un compromiso político, una colaboración mundial y la ayuda de todos.