Juan Pablo II intentó una y otra vez viajar a China, pero el Gobierno de Pekín exige que El Vaticano rompa relaciones con Taiwan, al tiempo que mantiene la llamada Iglesia Patriótica china (que forma parte del Gobierno de Beijing) y recrudece la persecución contra obispos, sacerdotes y laicos fieles a Roma.
Por su parte, el régimen Wahabbita de Arabia Saudí mantiene una férrea normativa islámica que condena con la muerte la simple posesión de una biblia.