Eran los tiempos de la burbuja tecnológica y los alemanes lo aprovecharon bien.  Vendieron la tercera generación de móviles, que aún no ha proporcionado ni un euro, a precio de oro. Para  ser exactos, el consorcio liderado por Telefónica se dejó en el envite 8.000 millones de euros, lo que hubo que llevar a pérdidas con cargo al Ejercicio 2002.

Telefónica no consiguió desbloquear las muchas barreras que ponía el Gobierno alemán al desarrollo de una compañía alternativa y la propia UMTS se aparcó en todo el mundo. Al final, Luis Lada, entonces líder de Telefónica Móviles, pagó los platos rotos, quizás injustamente.

Si los alemanes, además de cobrar esa licencia a precio de oro, deciden suprimir la licencia, Telefónica habrá perdido también la posibilidad de traspasar dicha licencia.