Este es pues, el momento adecuado para romper una lanza en favor de la señora ministra, la que opina que un feto de menos de no se cuántos días (¡Qué más da!) es un ser vivo pero no un ser humano. No, no entremos en el pequeño detalle de que si es un ser tiene que pertenecer a alguna especie, y considerando los hechos, probablemente se tratará de la especie humana.
Los progres, un tanto corridos por la ignorancia ministerial, asegura que el debate sobre el origen de la vida está abierto. Y es muy cierto, pero sólo porque tenemos demasiada gente de mente abierta. Por supuesto que sabemos cuál es el origen de la vida: cuando aparece un código genético individuado, distinto del padre y de la madre, es decir, con la concepción. Desde la fecundación no hay más que un continuo, una constante, que, como mucho, puede terminar en varios seres humanos, pero nunca, con excepción de la muerte, en ninguno. Por tanto, no hay debate: la vida comienza en la concepción.
Pero es que, además me veo en la obligación de apoyar a Aído porque ha ido al núcleo de la cuestión. Los abortistas llevan décadas eludiendo el problema principal: ¿qué hay en el seno materno? Un niño, asegura la ciencia, la razón y el sentido común. Simplemente, ahora hay gente que dice que no, que el ser humano comienza a los 14 días, a las 22 semanas o con su inscripción en el Registro Civil. Pero, aunque haya tantos idiotas, esos idiotas, al menos, no divagan, apuntan a la cuestión central y, seguidamente, meten la pata hasta las corvas.
¡Enhorabuena, Bibí!
Y hablando de insensateces, está su jefe de filas, calificando la autoridad de los padres como interferencias. A partir de ahora, el verbo interferir amplía su campo semántico de forma extraordinaria. Si usted alimentan a su hijo está interfiriendo en su nutrición, si usted le educa está interfiriendo en su libre pensamiento, si usted le exige que vaya al colegio por las mañanas está interfiriendo en su educación, y así con cualquier ejemplo. Y recuerden que este señor ha llegado a presidente del Gobierno y es un, además, un gobernante popular.
Eulogio López
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