Ergo, hay que liberalizar el aborto, es decir, abortar más, para reducir el número de abortos. Si ustedes no lo han entendido yo tampoco, pero Bibi sí: es una mujer muy profunda, casi tanto como su jefe de filas.
Por ejemplo, la Seguridad Social debería empezar a rechazar enfermos, un sistema estupendo para reducir el número de pacientes que se le mueren. Asimismo, el problema del hambre en el mundo se resolvería eliminando a los hambrientos -estamos en ello- y el relevo generacional con un severo control de mortalidad que elimine a todo aquel que cumpla los 70 años o lleve más de cinco como clase pasiva, cobrando pensión. Naturalmente, esta última medida no afectará a la pensión vitalicia que durante toda su vida cobrará doña Bibiana Aído en calidad de ex ministra, porque Bibi no es producto de un aborto, sino que su señor padre y su señora madre, decidieron traerla al mundo.
Eulogio López
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