Tim Burton realiza, en esta película, el trabajo menos personal de su filmografía, un proyecto por el que se interesó debido a que era un gran admirador de los cuadros denominados "Big Eyes" (ojos grandes) pero que, en realidad, era un filme por el que habían luchado los guionistas Larry Karaszewski y Scott Alexander. El resultado es un biopic que sirve para reflejar una época en la que abundaban las esposas ingenuas, educadas para confiar ciegamente en sus maridos, lo que algunos calificarían como sumisas.
Durante los años 60, en Estados Unidos, unas pinturas de niños tristes de ojos enormes, firmadas por un artista llamado Walter Keane, tuvieron un gran éxito. En realidad la autora de esos retratos, de estilo "kitsch", era la esposa de este hombre, Margaret.
Big Eyes, en su conjunto, resulta una cinta curiosa y algo atrabiliaria puesto que parece intencionadamente contada como si fuera una historieta y no un drama real, a más a más, el personaje de Walter Keane interpretado por Christoph Waltz es tan excesivo en su gesticulación y manifestaciones que, en ocasiones, parece más cercano a un personaje de "cartoon" que a un hombre de la calle.
Todo ello desemboca en que Big Eyes sea una película irregular e inclasificable. Desde luego no parece que vaya a encandilar al público habitual de Burton, al que le gustan largometrajes más imaginativos o a quienes prefieren el tono más poético del director como el que estaba presente en Eduardo Manostijeras
Para: Los que vean todas las películas de Tim Burton, incluso las fallidas como ésta
Juana Samanes