Como editor de un diario digital -confidencial, si lo prefieren y a mucha honra- yo también apoyaré al señor presidente si -posibilidad muy remota- el Ejecutivo decidiera obligar a todos los alumnos españoles a leer la prensa independiente de Internet e incluso examinarse acerca de sus contenidos, en calidad de disciplina evaluable y computable para el expediente académico.
El señor Gates es un monopolista peligroso. Ha conseguido que cada vez que un señor compre un ordenador se lo empaqueten junto a su sistema operativo Windows y sus programas Explorer, Outlook, etc. Eso sí, no se queda con toda la pasta obtenida -a pesar de lo cual sigue siendo el más rico del mundo- sino que, como progresista que es, él y su esposa dedican parte del beneficio a combatir la malaria y fomentar la anticoncepción y la esterilización entre los pobres (gente promiscua, dedicad por entero a parir), porque en el mundo hay mucha miseria y un buen gestor sabe cómo eliminarla para que no desestabilice el sistema: reduciendo el número de miserables. Además, desgrava impuestos.
Es más, también en su caritativa labor los Gates han introducido en su matrimonio y en su patrimonio, no sólo la división de poderes, sino también la división de funciones: Bill se dedica a dar discursos y a ser recibido por jefes de Gobierno mientras Melinda dedica sus más nobles esfuerzos a poner a parir al Vaticano, otra tarea filantrópica que ningún rico del mundo debe desdeñar por razones de reputación corporativa.
De esta forma con dinero público podemos conseguir varios fines: expandir la sociedad del conocimiento en España, que ZP salga en la tele como si fuera un estadista, que Bill Gates demarre en su carrera frente a Warren Buffet y Carlos Slim en la carrera por ser el más rico del mundo y que, de una vez por todas, afiance el monopolio de Microsoft en la venta de software.
No se engañen: donde esté un buen monopolio que se quite esa tontuna que se llama mercado libre en economía y pluralismo en política.
Por el futuro de la humanidad, Gates y ZP son capaces de sacrificar el presente del hombre. Hablamos de filántropos, gente que confunde a la humanidad con el humanitarismo y al erario público con el patrimonio privado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com