El problema del ministro de Defensa José Bono, es que quiere ser novia en la boda, niño en el bautizo y muerto en el entierro, además de hincha del Madrid y socio de Barça. Y claro, eso es muy complicado. Si fuera como su jefe de filas, Zapatero, un sectario consecuente, con amigos a los que defender y enemigos a los que masacrar, mejor le iría, pero claro, no se puede estar a las duras y a las maduras, en misa y repicando, otorgando y exigiendo. No se puede ser un demagogo con todos todo el tiempo, o te ocurre lo que le ocurre a Bono : que hasta los militares españoles, los más domesticados de todo Occidente tras la asonada del 23-F, empiezan a creer que el silencio no es rentable.
Empecemos por el principio, que no es mal modo de comenzar. El capitán de la legión Roberto González Calderón con gracia en la pluma e ironía en las letras, todo hay que decirlo- se ha pasado dos pueblos. Ha ido mucho más allá que el teniente general Mena Aguado, que se aferró a la Constitución. Se ha pasado en un punto. Dice que lo primero que se le ocurrió fue plantarme con mi compañía en el Ministerio de Defensa y entregarle en mano al señor Bono estas líneas. Eso, en efecto, es una amenaza, dejando a un lado que el capitán González sólo debe sacar a las tropas de los cuarteles cuando se lo ordene el señor Bono. Ya saben que es más fácil sacar a las tropas de los acuartelamientos que volverlas a meter.
Es decir, que Bono tiene razón en sancionarle con todo rigor: la actuación del capitán es comprensible pero en ningún caso justificable. Eso sí, a este paso, Bono se va a quedar sin Ejército. Ahora le faltan soldados pero como siga expedientando oficiales se va a quedar sin mandos. La izquierda progre ya ha pedido al ministro que castigue con sanciones ejemplares y sumarias por ejemplo, dejarles sin pensión- a los militares que en las páginas de la prensa se han solidarizado con Mena Aguado. Y seguro que Bono les hace caso, porque esto de manejar el bolsillo para inducir comportamientos democráticos. No convence, pero te reducen salario y pensión bastante bajos ambos entre la milicia- y acabas cantando la Internacional.
Bono es el mayor demagogo de la política española donde tanto abundan-. Novia en la boda, niño en el bautizo y muerto en el entierro. Bueno, en el entierro pretende ser el oficiante-. La demagogia es muy graciosa, pero la mentira tiene las patas cortas y la demagogia no deja de ser una constante impostura.
Creo que ya he recordado la anécdota (año 2000) de José Bono con el director de Opinión de Hispanidad. El historiador Javier Paredes. Ambos se encontraron en Roma, en el Jubileo de los políticos, donde Juan Pablo II aprovechó para pedir coherencia a aquellos que se dedican a la cosa pública, y citó algunos casos de coherencia necesaria, mejor, imprescindible, como, por ejemplo, el respeto hacia la vida de ser humano desde la concepción hasta la muerte natural. Terminado el acto, Paredes se dirigió a Bono y le preguntó qué le había parecido el discurso del Papa. Bono se deshizo en elogios hacia ese gran líder espiritual, el hombre que más había hecho por cambiar el mundo el ditirambo parecía no tener fin. Entonces, Paredes le dijo : Pues nada, en cuanto vuelva a España, a intentar derogar la ley del aborto. A Bono se le congeló su sonrisa eléctrica y cambió de todo para advertir: No, es que en eso no estoy de acuerdo con el Papa.
¿Comprenden?: Soy católico, pero con menú a la carta; soy socialista, pero me encantan las grandes finuras y las grandes redes de millonarios internacionales relacionados con el Bazar de las Armas, que siguiendo el mejor negocio del mundo; soy demócrata pero no acepto la menor libertad de expresión en el estamento militar, soy justo en la aplicación de mis competencias, pero he hecho una cúpula militar a mi medida y consolidado la arbitrariedad en el nombramiento de altos cargos militares. Al final, la gente se cansa de los matrimonios morganáticos entre ideas contradictorias y salta como el capitán de la Legión que, insisto, se ha pasado dos pueblos y, en efecto, debe ser sancionado.
Bono está sufriendo ahora el coste de la demagogia, de la misma manera que Zapatero está sufriendo el coste de su insensatez y de su rencor sectario disfrazado de talante: ¿Qué esperaban? Y no esperen ningún cambio. En el PSOE califican a Bono como El Bono convertible, en expresión que hizo popular el periodista José García Abad, pero ahora ni Bono pude volverse atrás en el camino que ha comenzado : enfrentarse al Ejército. Zapatero es mucho más insensato y resentido, por lo que no va a dar marcha atrás: es más, continuará adelante y acentuará aún más sus odios africanos. No me extrañaría que ahora le concedieran a Cataluña el principio de autodeterminación. Cualquier cosa, con tal de fastidiar al enemigo, eso que él llama derecha, aunque no sepa finir de qué, o de quién se está hablando exactamente.
Bono asume el cote de su demagogia; antes o después, Zapatero asumirá el coste de su rencor.
Eulogio López