En su pedagogía, Bono ha mencionado los ejemplos que ya ha mencionado en otras ocasiones: un brigada con 21 años de servicio cobra menos que un recién incorporado a una policía autonómica, el comandante del Príncipe de Asturias, menos que el director de una sucursal bancaria de pueblo, y el piloto del F18, menos que un sargento de la policía autonómica. No ha comparado con los policías nacionales y guardias civiles, porque sabe que los militares están mejor pagados en la escala básica. La situación es mucho mejor si tenemos en cuenta que tras los 10 años de permanencia, los militares cobrarán el salario mínimo interprofesional, compatible con cualquier actividad profesional. ¡Dale a la manivela, Manuela!
Por otra parte, aunque no ha detallado el reparto de estas subidas, sí ha informado que se realizará con criterios igualitarios. Es decir, habrá mayores subidas para los que cobran menos sobre todo los brigadas, ha señalado- y menos para los generales. Una bonita forma de primar el esfuerzo. También se ponderará a aquellos militares en labores de faena en relación a los de oficina y se primará la penosidad.
Pero lo más divertido vino cuando se le preguntó de dónde saldría el dinero. Ahí apareció nuestro Bono haciendo ejercicio de cintura. Sólo dejó claro que no se tocarán las otras partidas de Defensa, pero no aclaró de dónde se sacarán esos fondos. Y tampoco aclaró cómo conseguirá adelantar a noviembre una decisión que se contempla en los presupuestos del año que viene. Y ya puestos, tampoco informó cómo el Consejo de Ministros puede aprobar unas partidas presupuestarias antes de que sean debatidas en el Parlamento nacional.
La solución a todas estas incógnitas no está en Duns Scotto citado por Bono. El misterio de las promesas que nunca llegan frente a las realidades de hoy hay que buscarlo en el mismo ministro de Defensa, que se sabe fuerte en el Gobierno porque quedó a 8 votos de Zapatero en las primarias del PSOE. No hay coraje para negarme nada, señaló en una ocasión el ministro. Y ahí está. Practicando la demagogia con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. Subirles el sueldo a 134.823 trabajadores es una buena tarjeta de visita para disputarle el puesto a ZP. Al tiempo. Y Solbes, mientras tanto, calladito.