Hombre reflexivo, el presidente del Parlamento europeo, José Borrell, pareja de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, se ha marchado a Bulgaria y se ha encerrado en un monasterio, aunque no de confesión católica, porque eso podría herir su sensibilidad. Como se sabe, el socialista ilerdense es uno de los mayores comecuras del PSOE.
Además, no es la náusea metafísica la que le ha llevado a los lejanos confines de la Este de Europa, sino la necesidad de hacer un alto en el camino antes de afrontar su nueva era en política, tras decir adiós al legislativo europeo. Sorprende que Borrell se retire a un monasterio para meditar cuando su gestión se ha caracterizado por un anticlericalismo feroz, que comenzara con su entusiasmo por descabalgar al candidato a vicepresidente y comisario de Justicia Rocco Buttiglione, al que el Parlamento vetó (la primera vez que ocurría) por defender la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad.