En la tarde del martes, el banco anunciaba que devolvía su dinero a los clientes invertidos en Madoff, a los particulares, se entiende.
De inmediato, la prensa ha sacado a pasear al turiferario: Botín cumple, llega más allá de lo que era su obligación, no podemos obligar a los intermediarios a..., etc. En otras palabras, el Sistema se ha volcado con don Emilio, nuestro héroe. La idea madre es que el amigo Botín no es responsable del dinero que intermedia, pero sí del dinero que se intermedia con mentiras.
A ver si nos entendemos:
1. Botín va a pagar, no en dinero contante y sonante, como el que le proporcionaron sus clientes, sino en bonos, a 10 años, lo que dilata la devolución y el coste financiero (2% de interés) se vuelva contra el titular del dinero, quien, además, deberá esperar sólo 10 años para recuperar el capital.
2. Para a los inversores particulares. Bella palabra, a fe mía, que suena mucho más digna que los de inversores institucionales. Así, los no advertidos, pensarán que Botín está devolviendo su dinero a los particulares y negándoselo a, por decir algo, la Comunidad autónoma de Murcia. La verdad es que a quien le está negando el dinero es a los pequeños inversores -los pocos que les tocó Madoff, que sólo era para los grandes) a través de fondos. En otras palabras, está pagando a los más ricos, no a los más pobres del conjunto de afectados, porque son los más ricos los que pueden hacer dos cosas:
Soltarle dos frescas en cualquier fiesta de fin de semana a las que asista (aunque asista a muy pocas).
Utilizar su capacidad de influencia y de difamación para aumentar el riesgo reputacional (valiente mariconada de eufemismo), es decir, la imagen del Santander en general y de don Emilio en particular.
Por tanto, a quien don Emilio ha salvado es a aquéllos a los que lleva un mes recibiendo en uno de sus despachos madrileños, preferentemente en Castellana. Recuerden: entre bomberos no nos pisamos la manguera.
3. Madoff eran los inversores ricos, Lehman los de clase media-alta, mientras que los bancos islandeses y Atrium quedan para el pequeño inversor (clase media y no especialmente pudiente). No hay solución desde el banco para estos dos últimos, tampoco para los de Lehman, porque son muchos más pero más pequeños, y su capacidad de organizarse es menor, así como la de influir en los medios.
Conclusión, don Emilio es un jeta impresionante y su control sobre los medios informativos tradicionales -prensa, radio y TV- es increíble.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com