Los dos ejemplos más claros de empresarios apalancados y desguazadores de compañías estratégicas son Florentino Pérez (ACS) y Luis del Rivero (Sacyr). Del Rivero lo explicaba muy bien en los buenos tiempos: tomo dinero prestado al 2% y compro empresas que me ofrecen una rentabilidad del 3%. Se le olvidaba decir que con ese dinero no lanzaba una opa al 100 por 100 sino que pretendía comprar un 20 para controlar el 100 por 100 del capital. También se le olvidaba aclarar que, con ese dinero, pagas los intereses, no el principal y, por último, se obvió describir lo que ocurre cuando llegan las vacas flacas, suben los tipos y los bancos quieren cobrar, no refinanciar.
Esta es la génesis de la batalla de Repsol. Ha sido Emilio Botín el inductor de Luis del Rivero para que se alíe con Pemex, que tome el poder en Repsol y se asegure el pago del crédito. ¿Cómo? Vaciando Repsol y obteniendo dividendos extraordinarios con las enajenaciones.
Lo mismo ocurre con Florentino Pérez e Iberdrola, aunque el prestamista mayor, en este caso, no es Emilio Botín, sino su colega, Francisco González, presidente del BBVA. El problema es que ni Del Rivero ni Pérez pueden gestionar Repsol e Iberdrola: ni pueden ni les interesa. Lo que quieren es pagar sus créditos, obtener un beneficio y luego vaciar la empresa o darle el pase a un tercero. Así ganan ellos, ganan sus banqueros… y pierden todos los españoles.
No es de extrañar que Mariano Rajoy ande mosca con Emilio Botín y se haya puesto del lado de Antonio Brufau. Está en su obligación de hacerlo en aras del bien común, aunque sí es cierto que en el PP se sienten molestos por el apoyo que Botín ha venido prestando al PSOE y a Zapatero, apoyo que llegó a su cénit cuando pidió a Zapatero, ante 37 presidentes de grandes compañías españolas, que no convocara elecciones y que siguiera al frente de la economía española hasta el final de la legislatura. Menos mal que ZP no le hizo caso… o no pudo hacerle caso.
En cualquier caso, Botín no puede solucionar sus problemas de morosidad a costa de cargarse la industria española. Los casos de Aúna o de Cepsa deberían hacerle reflexionar. O, al menos, han hecho reflexionar a Rajoy. Aunque, por supuesto, no olvidemos que don Mariano es hombre versátil, susceptible al cambio acomodaticio. Un pelín gallego, si ustedes me entienden.
Eulogio López
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