• Los trabajadores de varios sectores han aprovechado la cita deportiva para convertir el país en un escaparate de reinvidicaciones.
  • El objetivo de los anuncios es ayudar a los exportadores brasileños y a las fábricas locales para potenciar la industria del país.
  • Las previsiones de crecimiento son malas y se teme una ralentización todavía mayor: apenas por encima del 1%.  
Como se sabe, muchos brasileños han mostrado su disconformidad con los gastos que implica la celebración de un Mundial de Fútbol mientras el país sigue mostrando importantes carencias económicas, que afectan a muchos de ellos: pobreza, desigualdad, falta de servicios básicos, corrupción.

Ante las protestas en la calle, muchas de ellas violentas, el Gobierno de Dilma Rousseff ha querido salir al paso y por eso ha anunciado medidas económicas consistentes en ayudar a los exportadores y las fábricas locales para potenciar la industria. Por ejemplo, incrementando los préstamos subsidiados para las industrias y los créditos tributarios para los exportadores de bienes manufacturados.

Y es que a las protestas de los brasileños de a pie se une la previsión de que la economía brasileña se ralentice aún más y registre una expansión apenas por encima del 1 por ciento, lo que ha motivado también cierto pesimismo.

Todo parece indicar que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está intentando estimular la confianza en un año de elecciones presidenciales y hacer olvidar las protestas.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com