Las petroleras perdieron el control sobre el precio del crudo y ahora lo perderán sobre exploración y el refino
Buenos resultados de Repsol YPF en 2005. 3.120 millones de euros en 2005, lo que representa un incremento del 29,2%, con crecimientos en todos los márgenes en todas las actividades, especialmente en refino. Además, la deuda neta al terminar el año se situaba en 4.513 millones de euros, con una reducción de 885 millones de euros respecto del inicio del año. La reducción de reservas se supo a principios de 2006 y ha afectado a la cotización aunque no mucho más que al negocio.
No, con beneficio record los problemas no son de liquidez. Incluso tampoco de reservas: el principal objetivo actual del presidente Brufau consiste en aumentar esas reservas a base de nuevas compras o de acuerdos. El problema es que a la reconversión eléctrica que se vive en Europa seguirá la petrolera. Repsol es una empresa especialmente tentadora: octava del mundo, ha perdido la acción de oro, tiene una fuerte presencia en Iberoamérica, rentabilidad, buenas industrias de refino y no mala distribución: ¿Qué más se puede pedir? Puede ser la empresa que haga subir a los gigantes mundiales un puesto en el ranking. No es lo suficientemente grande para comer, por sí para ser comida. Este es el problema.
Por lo demás, la reconversión petrolera llegará por imperativos de la política internacional. En la década de los ochenta las petroleras perdieron el control sobre las reservas, que pasaron a ser propiedad de los Estados soberanos, en los noventa perdieron el control sobre el precio del crudo, que lo decide la OPEP, en los años 2000 están perdiendo el control sobre la tecnología de extracción y refino. Pero países como Venezuela o Brasil ya tienen poco que aprender. En definitiva, se impone una caída de márgenes, a pesar de los precios altos, y una reconversión acelerada de las que en su día fueron llamadas las siete hermanas, y que podrían perder la condición de familias numerosas.
Por el momento, Repsol se ha negado a crecer entrando en el sector eléctrico (de hecho, se sigue negando a entrar en la OPA de Gas Natural, lo que seguramente habría inclinado la balanza a su favor en su pugna con Endesa) pero tiene difícil el crecimiento por fusión en el sector petrolero.
Por cierto, la empresa de Brufau gusta mucho en BP y en la francesa Total.