Sr. Director:
Todo les vale a los laicistas para ridiculizar al Papa y a la Iglesia, sin reconocer el bien que los discípulos de Jesús hicieron y están haciendo en el mundo.

 

Miles de misioneros, en su mayoría curas y monjas, están en primera línea, en silencio y sin cámaras de TV, juntos a los más empobrecidos del Planeta.

Luis María Ansón, miembro de la Real Academia Española, escribía así, no hace mucho tiempo un artículo:

"He recorrido, en trabajo profesional, más de cien países y he visto y comprobado que allí donde hay un hospital dedicado a enfermos sidosos, en las leproserías, en los asilos de ancianos terminales, en los hospitales para enfermos infecciosos, ya sea en África, en Asia, en Iberoamérica y también en Europa, sólo hay curas y monjas, muchos de ellos españoles".

"Nunca me encontré, en estos sitios con esos manifestantes que vociferan contra el Papa, contra la Iglesia y contra los católicos"

"Tengo comprobado también -sigue escribiendo Anson-, que todos los profesionales del periodismo, cuando estalla la tragedia, del tipo que sea, en el tercer mundo, encuentran información certera en la misionera o el misionero que ejerce su ministerio en los lugares afectados por la tragedia y que ellos nunca abandonan".

"En las ciudades estercoleras de África, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas de Brasil, en los ranchitos de Caracas y en otros muchos lugares, trabajan con los pobres y para los pobres, miles de Teresitas de Calcuta".

Sí, esa es la Iglesia de Jesús a la que se vapulea sin piedad: Teresa de Calcuta, Vicente de Paúl, Juana Jugan, el Padre Ángel, las Delegaciones de Cáritas, de Misiones y de Manos Unidas, los Obispos, los sacerdotes, las Cáritas parroquiales y muchas otras personas e instituciones.

No podemos hacer distinciones entre jerarquía e Iglesia de base porque sólo hay una iglesia: la de Jesús.

Gracias a Dios hay pecadores en la Iglesia. Y digo gracias a Dios porque, si echaran de ella a los pecadores, a mí me hubieran echado ya hace tiempo.

Me encantaría que algunos de esos que vapulean a la Iglesia y vociferan contra el Papa se pasaran un tiempo en el Tercer mundo, conviviendo con los enfermos de Sida, con los infecciosos terminales con los niños abandonados y que les atendieran, les dieran de comer, les limpiaran, les acompañaran y pusieran a disposición de los más pobres sus, muchas veces, suculentos sueldos.

Hacen falta voluntarios y dinero para atender tantas necesidades, lo digo por si alguno de estos se sienten movidos.

En la Delegación de Cáritas, de Misiones y de Manos Unidas de cada Diócesis, les pueden informar.

José Carretero Ruiz