Veamos. Caffarell presume que el Ente transformado en corporación es ahora más libre, más pluralista, menos politizado y desgubernamentalizado. Lamenta que el Consejo de Administración reproduzca los mismos argumentos que la comisión parlamentaria de control y espera que el nuevo sistema permita mayor libertad, menos sometimiento a las cuotas y mayor profesionalidad.
Se equivoca. Porque aunque se establezcan requisitos de profesionalidad, finalmente los nombramientos se realizarán por órganos políticos, con criterios políticos y en base a cuotas políticas. Pero es que además, tratar de vender la desgubernamentalización cuando se afirma que es Zapatero el impulsor de este proyecto y que se dará cabida a las minorías vanguardistas es negar la mayor. Precisamente estas minorías vanguardistas son las que están presionando para incorporar contenidos de laicismo militante en los mismos telediarios. Arrea a los curas, que siempre sale gratis, incluso rentable.
Además, existen serias dudas de que se vaya a mejorar la profesionalidad del Ente, que se ha visto seriamente mermada dejando rastros en una audiencia cada vez más mermada. Y todavía peor: Cafarell presume de tener una buena relación personal y profesional con el presidente de la SEPI, Enrique Martínez Robles. A la fuerza obligan. Porque cuando Caffarell se puso gallita ante el plan de la SEPI y le amenazó a Montilla con presentar su dimisión, el catalán de decisión se la aceptó, obligándola a una rectificación bochornosa. Por otra parte, el cariñoso abrazo ofrecido por el sectario secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, apunta a que el Ente ha hecho todo menos desgubernamentalizarse.