Lo malo que tiene salir a Bolsa es que sólo puedes salir una vez. Obtienes mucho dinero, pero sólo una vez. Puedes ir sacando paquetito a paquetito para aumentar el gustillo, pero paquete que sacas paquete que pierdes, y si amplías capital debes poner dinero fresco encima de la mesa o se diluye tu participación. La Caja de ahorros del Mediterráneo (CAM) ha cometido el error de hacer caso al Banco de España y ha lanzado la primera emisión de cuotas participativas que cotizarán en Bolsa. En teoría, la emisión de cuotas no lleva a la conversión de las cajas de sociedades anónimas: sólo en la práctica. De hecho, el miércoles comienzan a cotizar en Bolsa las cuotas de la CAA al precio más bajo del arco previsto: 5,84 euros. Pues bien, ya he leído en El Mundo, con la economía de medios propia del periodismo, que "La CAM sale mañana a Bolsa al precio más bajo posible y con poco interés institucional". La CAM, no las cuotas. La obsesión progresista -tanto de la derecha como de la izquierda progre- exige que todo agente económico se convierta en sociedad anónima y cotice en los especulativos mercados financieros. Malo para el beneficio social de las entidades, malo para las cajas como cimientos accionariales del tejido industrial, malo para los trabajadores de las cajas, malo para los clientes. Solamente bueno para los accionistas, pero es que las cajas no tienen accionistas salvo cuando los progres del PP y los progres del PSOE se empeñan en convertirlas en SA. Lógico: las cajas nacieron para combatir la usura bancaria. Por cierto, ¿cuánto tardarán los titulares de cuotas participativas en solicitar derechos políticos o, sencillamente, en alegar que el señor presidente gestiona mal porque no les ofrece el dividiendo esperado y que hay que cambiarle? ¿Meses o semanas? Eulogio López eulogio@hispanidad.com