• Ojo, no se trata de liquidarlas sino de que pasen a ser Sociedades Anónimas.
  • La antigua Caja Rural de Almería pide el ingreso en la patronal bancaria (AEB).
  • Es la misma técnica que utilizó el Banco de España para cargarse las cajas de ahorro: se fusionaban y se convertían en bancos.
  • El tamaño, en este sector, es fundamental: las rurales funcionan mientras son pequeñas.
  • Cajamar ha traicionado sus principios: ha abandonado el ámbito rural y su pequeñez.

Primero fueron las cajas de ahorro y ahora le ha llegado el turno a las cajas rurales. Está claro que al Banco de España (BdE) le molesta lo pequeño y más todavía si se trata de cooperativas. Conclusión: hay que acabar con las rurales. Ojo, que no se trata de liquidarlas sino de que pasen a ser Sociedades Anónimas, o sea, bancos.

Para lograr tan dudoso objetivo, el subgobernador del BdE, Fernando Restoy (en la imagen) cuenta con una 'excusa' perfecta: Cajamar, la mayor caja rural de España, fruto de la fusión de 19 entidades, con un volumen de negocio gestionado de casi 70.000 millones de euros y unos activos superiores a los 39.200 millones de euros. Un gigante con los pies de barro.

Ahora, la antigua Caja Rural de Almería, ha pedido el ingreso en la patronal bancaria (AEB). Y si la mayor entidad del sector ingresa en la AEB y sale de la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (Unacc), es indudable que es un duro golpe para esta última organización y que Cajamar podría arrastrar a otras rurales por el mismo camino. Todo, claro está, con la inestimable colaboración del supervisor.

En definitiva, se trata de la misma técnica utilizada por el BdE para cargarse las cajas de ahorros: se fusionaban y se convertían en bancos. La primera fusión 'fría' o SIP (Sistema Institucional de Protección) fue la protagonizada por Caja Navarra, Caja Canarias, Caja de Burgos y Cajasol, que dio lugar a Banca Cívica, en junio de 2010. Luego, una vez fusionadas todas o casi todas las cajas, se las cargaron mediante la Ley de Cajas, que no ha hecho otra cosa que certificar su desaparición.

Decíamos al principio que al BdE no le gusta lo pequeño. Pues resulta que, para las cajas rurales, el tamaño es fundamental. Las rurales funcionan mientras son pequeñas. Miren si no lo que ha ocurrido, precisamente, con Cajamar: se metió en el ladrillo y por toda la geografía española, es decir, traicionó sus principios: abandonó el ámbito rural y su pequeñez.

El contraste lo pone, por ejemplo, la Caja Rural de Asturias, que durante el primer trimestre del año ha aumentado su beneficio un 53%, ha visto crecer los depósitos un 7,25% y durante los cuatro primeros meses de 2014 ha concedido un 17% más de préstamos y créditos.

Pablo Ferrer

pablo@hispanidad.com